Miles de personas se concentraron este domingo en la Plaza de Armas en el casco histórico de Lima para asistir al Ángelus del papa Francisco y más de un millón de fieles --según el Vaticano-- abarrotaron luego una base militar donde una misa multitudinaria cerró su gira por Chile y Perú.
Muchos fieles empezaron a llegar a la medianoche del domingo para tener un lugar asegurado en los últimos actos públicos del papa en un Perú que le ha deparado un baño de multitudes, primero en
Puerto Maldonado, el corazón de la Amazonía peruana, como en
Trujillo (norte del país) y este domingo en Lima.
No fue un típico domingo para Lima. En conjunto se estima que más de un millón de personas ganaron las calles casi en simultáneo. Algo que no se registraba desde noviembre pasado, cuando
Perú clasificó al Mundial de fútbol Rusia 2018 luego de 36 años de frustraciones.
El Ángelus en Lima
La oración del Ángelus, celebrada puntualmente al mediodía, como es habitual cuando el papa se encuentra en el Vaticano, convocó a fieles de toda condición social que no se cansaron de lanzar vítores mientras no dejaban de pugnar entre ellos por ver, con sus propios ojos, a Francisco.
El Papa lucía diminuto en el balcón colonial del Palacio Arzobispal, y sólo su sotana blanca permitía reconocerlo a la distancia.
Hubo hondos momentos de recogimiento, con fieles aferrados a sus rosarios, que contrastaban también con la venta de parafernalia en los alrededores de la plaza donde centenares de vendedores ambulantes ofrecían a precios populares llaveros, gorros, camisetas con fotos del papa argentino con una cruz católica e imágenes de la virgen.
"He vendido 30 llaveros y 200 tapasoles (gorros de cartón)", comentó a la AFP sonriente Sabina, una vendedora en la plaza de Armas.
La presencia del papa convirtió varias calles de Lima en un auténtico mercado de baratijas donde se entremezclan lo sagrado y lo profano.
La plaza de Armas lucía muy concurrida, pero no colmada de bote a bote, como por ejemplo ocurrió cuando Juan Pablo II visitó Perú en 1985.
"Estoy acá desde las seis de la mañana, todo se justifica aunque sea para ver unos segundos al papa", dijo a la AFP Sofía, una septuagenaria señora que se contentó con contemplar el paso raudo del papamóvil.
Los miles de efectivos de la policía y militares resultaron llamativos. Se estima que más de 30.000 participaron en la seguridad.
La misa del millón
La misa en la base aérea de Las Palmas ha sido el corolario de la visita a Perú. Un portavoz del Vaticano estimó que 1,3 millones de fieles participaron en el último acto de Francisco.
"Estoy con mis hijos, no me importa el calor o lo que significa este sacrificio. Ya sabía lo que teníamos que aguantar", dijo a la AFP Teófila Romero, de 84 años, quien viajó desde Puno, frontera con Bolivia, para asistir a la misa papal.
En la explanada de 600 mil metros cuadrados con 17 accesos para ingreso, las personas soportaron una temperatura de 25 grados.
Una imagen del Señor de Los Milagros, figura de la religiosidad popular, preside el altar instalado en la base aérea, que imita la forma del cerro San Cristóbal, emblema de la ciudad de Lima, como un signo de la ceremonia del papa.
En los exteriores de la base, que es un aeropuerto militar en una zona urbana del sur de Lima, decenas de vecinos aprovecharon para convertir sus casas en tiendas improvisadas de gaseosas.
"No importa morirme de calor, lo que quiero es ver al papa para pedirle por la salud de mis hijos. Estoy muy emocionada esto no se da todos los días", indicó a la AFP Haydé Pomayde, quien llegó desde el populoso barrio de San Juan de Lurigancho, al otro extremo de Lima.
El metro de Lima funcionó gratis y movilizó a más de 380.000 personas rumbo a la misa, según las autoridades.
(FIN) AFP/JCC
Publicado: 22/1/2018