La 'taza' era tan grande porque ahí tenía que dar soporte a todos los órganos de la nariz, los músculos que podían accionar este complejo. “[Al visualizarlo] es cuando me digo: este animal está volviendo a vivir en mi mente. Es un privilegio para uno porque es el primer momento en el que vuelve a la vida”.
De acuerdo con el análisis de la estructura anatómica del animal y una comparación con otras especies se determinó que este extraño cetáceo hacía algo muy distinto a lo que hacen sus parientes modernos.
“Tenía el hocico desviado hacia abajo y los huesos se encontraban muy engrosados a manera de lastre, lo que indicaba que podría haberse alimentado cerca del fondo del mar”, afirmó.
Se sabe que el Scaphokogia totajpe era un adulto y medía de entre 2.20 y 2.60 metros de largo (sus parientes superan los seis metros). Y algo más, cuando murió debió haber sido comida de otro animal porque su cráneo tiene un par de incisiones.
Cebichero
“El totajpe había desarrollado esa cara de forma de ladrillo y esa taza tan grande para contener su energía y pescar; para poder estar pegado, con la cara hacia abajo, en el fondo marino y usarla como un sensor para buscar a sus presas. Algo completamente innovador”, sentenció.
No hay ningún cetáceo moderno que haga eso. “Esto nos indica que sus presas no eran los típicos peces ni calamares; este animalito debió estar pegado en el fondo marino buscando pulpos o lenguados. Era un completo cebichero y de cebiche fino”, bromeó.
“Las especies modernas de cachalotes son solo un remanente minúsculo de un grupo que fue extremadamente diverso y que tuvo el hotspot, es decir, su punto más diverso, en las costas de Perú, entre Ica y el norte de Arequipa”, sentenció.
Los cetáceos son muy buenos indicadores de ambiente de diversidad. “La morfología tiene mucha información para ser explotada y el pasado nos permite entender patrones de lo que podría suceder en un futuro. La paleontología es estudiar el pasado para entender cosas que están sucediendo ahora”, aseveró.
Para el investigador peruano, “el mar peruano hace 7 millones de años fue extremadamente diverso; me atrevería a decir que mucho más diverso que en la actualidad”. Y Sacaco, en la región Arequipa, de donde proviene la nueva especie, “es un área de gran importancia porque documenta una serie muy completa del mar peruano de entre 9 y 5 millones de años”.
Homenaje en lengua oriunda
Esta nueva especie también puede servir para poner en valor nuestra cultura y, por eso, Benites decidió usar un nombre en una lengua originaria como la muchik (mochica): totajpe, que significa cara grande.
“Suena bonito y hace referencia a la cara de ladrillo; le queda perfecto. Siempre me ha fascinado la cultura Mochica. Podría decir que son mis ancestros”, afirmó al tiempo de comentar que cuando visitó el Museo Larco vio un par de huacos retratos “extremadamente parecidos a mi papá y a mí”.
Esta vez fue muchik, pero aseguró que en algún momento pondrá nombres en quechua, aimara, asháninka. “Es una forma de hacer que esta identidad cultural peruana crezca en otro aspecto completamente distinto, como es el mundo científico”, enfatizó.
Consideró que “usar un nombre en una lengua originaria es decir: esta es nuestra cultura y dejar cierto colonialismo científico en el que científicos extranjeros vienen a estudiar nuestros animales, plantas, etcétera. Es hora de empezar a hacer ciencia por nosotros para el mundo y poner en valor nuestra cultura”.
Aldo no se detiene y ni bien concluya su maestría empezará el doctorado en Biología Evolutiva en la Universidad de Zúrich. Su gran recompensa es saber que aquello que empezó como una afición infantil y hasta un juego permitió entregar un valioso aporte al mundo científico con el sello del Perú.