Fernando Menendez Silva, de 46 años, es piurano y desde hace 11 años está recluido en el
. No ha sido fácil para él, pero sin saberlo encontró en la cerámica el medio para exorcizar sus demonios interiores y de paso ganarse la admiración de la gente, los de adentro y los de afuera del penal.
Vive en el pabellón 1A, lugar donde funciona el taller “Nelson Mandela”, su centro de operaciones, allí trabaja desde hace 10 años junto con otras 50 personas más, todos artesanos ceramistas de mucha habilidad y gran concentración.
“En el penal la cerámica ha llegado a expresiones elevadas, a tal punto que sus cultores se han especializado como matriceros, molderos, pintores, llenadores y pulidores, cuyas actividades están perfectamente reconocidas por el
INPE y solicitadas por el público que visita el penal”, nos cuenta Fernando también conocido como Tiki Tiki.
Muy orgulloso, el maestro ceramista indica que ha elaborado y vendido sus productos a personajes tan conocidos como el
chef Virgilio Martínez, quien en una visita al recinto le compró un juego de menaje. También le ha vendido al restaurante El Taita, incluso a personajes de la diplomacia, como la esposa del embajador de Grecia quien quedó fascinada con una tetera en forma de gato.
Los materiales que usa Tiki Tiki son la barbotina y la arcilla. “Yo mismo experimento y creo mis propios colores. Hoy trabajo con la cerámica de alta temperatura, para ello he tenido que adaptar el horno con el cual trabajo. Lo he subido de 1,050 a 1,260 grados. Tuve que cambiar resistencias, ladrillos, temporizador y termocupla. Dos veces lo he fundido, pero logré ponerlo operativo nuevamente”.
Un trapecista rechazado
Fernando no sabía nada de cerámica al ingresar a la cárcel. En el 2009 comenzó y con mucha paciencia fue aprendiendo este arte. Tal fue su avance que luego de un año, Carlos Álvarez, director de la Asociación Dignidad Humana y Solidaridad, lo invitó a presentar sus trabajos en el Instituto Cultural Peruano Norte Americano (Icpna) de Miraflores.
“La verdad que no vendí nada. Hice una cerámica artística de tres cuerpos. Eran trapecistas de circo que volaban y me los devolvieron, sentí que mi obra no tuvo aceptación. Nadie lo sabía, pero expresaba que era yo, una persona en vuelo, en un trance, quien recién asimilaba lo que era estar acá encerrado en Castro Castro”, nos confiesa Fernando.
Sus compañeros que vieron la evolución de su arte animaron a Tiki Tiki a participar nuevamente en la exposición del Icpna del 2011 y esta vez envió 20 piezas de cerámica. “Un 29 de diciembre, Carlitos me dio un sobre manila con 1,634 soles. Era el producto de la venta de mis obras. Entonces me dije ahora sí, a partir de allí me dediqué a la cerámica, lo que yo sentía lo expresaba en mis trabajos”, comenta sonriente y guiñándonos constante el ojo derecho nuestro buen Tiki.
Más optimista, allí en su pequeño taller de 2 por 3 metros cuadrados, en medio de objetos en forma de calaveras, gatos durmiendo y menajes cuadrados a medio terminar, está su horno en el cual hornea y biscochea su cerámica.
Nos cuenta que tiene una línea de productos urbanos con su marca “Runa Tiki” (hombre nuevo) que semanalmente envía a la tienda Coyote Tatoo de Miraflores. Allí se ponen en venta sus esculturas, jarrones, platos, tasas y otros objetos dirigidos a un público más selecto, uno al cual no le importa si la persona que lo hizo se encuentra en una celda. En ese espacio lo único que cuenta es el arte, y a Tiki le sobran los argumentos.
Arte que libera
La cerámica ha transformado a Fernando, dice que es como una redención que lo ha librado de sus demonios antiguos, calaveras y la muerte. “Me siento nuevo. Hoy soy un Runa Tiki y logré erradicar la violencia que tenía en mí interior”.
El talento del maestro ceramista es tal que lo buscan de afuera para solicitarle trabajos especiales. “Un día recibí el pago de 300 soles por la escultura de una mujer gorda, pero luego de entregarlo el comprador me pidió que rompiera el molde, no quería repetición, quería que fuera pieza única. Y así lo hice”.
Un tanto decepcionado por sus compañeros que cambian de oficio, Runa Tiki dice que el talento desarrollado en el penal lo dejan encarcelado cuando salen en libertad. Ese arte deberían llevárselo a la calle pues son nuevas costumbres aprendidas, sin embargo, ellos regresan a la sociedad y empiezan de cero. Por ello Fernando es categórico y les dice: “Tienes que llevarte lo que eres y si cambiaste dedicarte a ello”.
Como contraparte, Runa Tiki nos revela un secreto que
lo ha ayudado en su reclusión. “Tengo un dicho que me anima mucho todas las mañanas 'Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". Ni bien abro los ojos, doy gracias a Dios por la vida, por mi arte y por mi hijo, mi pequeño de 8 añitos, él es mi inspiración, yo lo llamo por teléfono todos los días”.
Ya le quedan unos meses y pronto terminará su condena, por ello le vemos un tanto ocupado haciendo sus papeles para salir del penal. “Qué rápido ha transcurrido el tiempo y si Dios quiere saldré en libertad en marzo del 2019”.
Dentro de sus planes está seguir aprendiendo en el MAO de Chorrillos, junto a su profe Luis Napurí, quien lo va a visitar los viernes al penal. Ya tiene todo preparado para abrir su propio negocio con el apoyo de gente buena que lo quiere. Quién pensaría que en el interior del taller de cerámica de un penal, el tiempo va horneando el arte en la vida de aquellos que sueñan con un cambio. Fernando, el Runa Tiki, es la prueba de ello.
Quienes desean colaborar con este interno comprando sus productos pueden contactarse con Carlos Alvarez al número 992 464 477.
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(FIN) RDR/DOP