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Salud mental: perfeccionismo empuja a posponer decisiones importantes en la vida

Padres deben dejar que sus hijos se equivoquen

Foto: Internet (Siete Olmedo)

Foto: Internet (Siete Olmedo)

10:33 | Lima, jun. 5.

Por Karina Garay

El perfeccionismo y el temor al fracaso pueden paralizar inconscientemente a algunas personas, haciendo que dejen siempre para después la ejecución de deberes importantes, como un trabajo académico o un informe laboral, o que pospongan decisiones significativas como cambiarse de trabajo o pedir el ansiado aumento salarial.

“Indudablemente todos sentimos miedo de salir de nuestra burbuja de comodidad, pero en estas personas el miedo al fracaso empieza a germinar creencias irracionales como ‘mejor no lo hago, para qué hacerlo, mejor me quedo donde estoy’.  No son los suficientemente fuertes para controlar el miedo y decir hasta aquí llego, haré lo que tengo pendiente”, sostuvo Manuel Llerena del Centro de Salud Mental Comunitario de Villa El Salvador. 

El psicólogo del Ministerio de Salud, quien participó en el programa Saludablemente de Andina Radio On Line, detalló que la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones urgentes, reemplazándolas por las que no lo son, se conoce como procrastinación.

Las personas procastrinadoras, comentó, nunca están satisfechas con lo que han logrado, porque son muy críticos consigo mismos. 

“Pueden haber terminado su CV para mandarlo, pero piensan puedo mejorarlo y así empiezan a cambiar una línea y luego otra y deben cambiar todo y cuando se dan cuenta ya están fuera de hora para enviarlo. El perfeccionista todo el día está pensando en cómo mejorar lo que ha hecho”, comentó en el programa.

Lo más terrible de estas situaciones, señaló, es que estas demoras tienen un impacto negativo sobre ellos mismos.  

“Así se reafirman las creencias irracionales (sin sustento) que tienen. Por ejemplo, como todo me sale mal, entonces mejor no hago el trabajo porque al final todo me sale mal. El poder de esas ideas es que son inconscientes (no nos damos cuenta de ellas). Para enfrentar la procastrinación hay que hacerlas conscientes y trabajarlas poco a poco”, señaló.


Padres perfeccionistas 

Para Manuel Llerena, esta conducta encuentra sus orígenes en estilos de crianza, ya sea de padres perfeccionistas, de los que dicen “las cosas se hacen bien o no se hacen”, o por el contrario de padres muy permisivos, que resuelven constantemente la vida de sus hijos y no les permiten experimentar las consecuencias de sus actos. 

Esta conducta está vinculada a problemas de autocontrol, creencias irracionales, miedo al fracaso, ansiedad, rabia, impaciencia, necesidad de sentirse querido, resistencia al cambio, mecanismos de huida, entre otros aspectos.  

“Muchas veces los procastrinadores quieren llamar la atención sin saberlo, sentir que son atendidos, consolados. No cumplir con lo que deben tendrá un castigo que los convertirá en víctimas, despertando el consuelo de algunos o la ayuda de otros. Entonces aparecerá el refuerzo para repetir dicha conducta más adelante, como cuando se da un nuevo plazo para entregar una tarea, aunque eso signifique con algunos puntos menos”, dijo.  

Un aspecto que dificulta enfrentar este mal hábito es que sus consecuencias no son inmediatas. Por ejemplo, el no cumplir con los trabajos de la universidad se verá recién al final del semestre, cuando pierdan el curso y allí la culpa será del profesor, que fue malo con ellos, porque nos les dio la oportunidad que necesitaban y así se convierten en víctimas.

“Todos en algún momento de nuestras vidas procastrinamos las cosas, pero esto se vuelve un problema cuando estas creencias (para posponer las cosas) interfieren significativamente con nuestra vida, cuando no nos dejan hacer nada. Allí puede haber presencia de un trastorno y se debe buscar ayuda profesional para resolverlo”, indicó. 

Finalmente, el especialista aconsejó a los que son padres de familia no sobre exigir a sus hijos, “dejarlos que sean niños, que se equivoquen, porque no hay hijos perfectos como tampoco padres perfectos”. Dijo que es mejor acompañarlos y ser compresivos, alentarlos a ser mejores, pero sin generar ansiedad en ellos.  

“Hay muchas historias de éxito que están precedidas de grandes fracasos y eso no ocurrió de un día para otro. Es importante entender que uno termina aprendiendo también de sus fracasos. Estas personas deben considerar que están haciendo el mejor de los esfuerzos y no deben preocuparse por los resultados porque al final no solo dependen de ellos”, indicó.

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(FIN) KGR/RRC

Publicado: 5/6/2017