Las iglesias de Río de Janeiro, la segunda ciudad de Brasil más castigada por la covid-19, volvieron a recibir este sábado a sus fieles para oficiar misa después de tres meses confinadas por la pandemia y pese a que el virus aún continúa en circulación.
"Ha sido un paso muy importante. Estuvimos cien días con misas no presenciales en las que tuvimos la oportunidad de comunicarnos con el pueblo de Dios a través de las redes sociales", dijo a los periodistas el arzobispo de Río de Janeiro, Dom Orani Tempesta.
Las puertas de la Catedral Metropolitana de Sao Sebastiao, situada en el centro de la capital fluminense e inaugurada en 1979, se abrieron a los feligreses, aunque con restricciones y previa inscripción en una aplicación telefónica. A la entrada hubo controles de temperatura y un contador de personas, pues se ha restringido la capacidad al templo a apenas un tercio del total, según constató Efe.
Dentro de la catedral era obligatorio llevar mascarilla y respetar la distancia de seguridad para la cual había marcas en el suelo. "Sabemos que la pandemia continúa, por eso todos los cuidados son importantes: la higiene, el distanciamiento, la mascarilla", indicó Tempesta.
El arzobispo recomendó a las personas dentro del grupo de riesgo, entre las que se encuentran mayores de 60 años y aquellos con dolencias crónicas, que no acudan a las iglesias y sigan las misas de forma remota desde sus casas. Sin embargo, a esta primera misa en la Catedral Metropolitana acudieron bastantes ancianos, según registró Efe.
Tempesta también manifestó que el templo ha sido desinfectado por una empresa antes de su reapertura y que volverá a serlo después de cada celebración. "Un lugar seguro y saludable para poder participar de la eucaristía, que era el gran deseo del pueblo de Dios", añadió.
En el momento de dar la comunión, los curas, sin guantes, dieron la hostia sagrada en las manos y no en la boca, aunque en la fila para recibirla se aplicó a los fieles alcohol en gel. Tampoco hubo abrazos al dar la paz.
La vuelta de las misas presenciales se produce dos días después de la reapertura de los restaurantes, bares y gimnasios de la ciudad, que registra cerca de 7.000 óbitos y 60.000 casos confirmados de coronavirus y presenta una de las más elevadas tasas de muertes en el mundo.
Brasil, con unas 63.000 víctimas mortales y 1,5 millones de casos, es el segundo país más afectado en el mundo, después de Estados Unidos, y uno de los nuevos epicentros globales de la pandemia.