Svetlana supo que era el momento de abandonar Ucrania cuando se interrumpió el tráfico en el aeropuerto cercano a casa en Járkov, desde ahí atravesó todo el país huyendo hacia el oeste, pasó por Polonia, y ahora está pidiendo refugio en Alemania.
"Fue la intuición. Cuando los aviones dejan de volar, supimos que había empezado algo grave", explicó a la AFP, con su hijo de dos años y medio en los brazos, mientras esperaba ser registrada junto a su pareja en un centro de acogida en Berlín.
Esta familia forma parte del primer grupo de refugiados que llegaron a Alemania tras huir de la guerra en Ucrania.
Si bien, en comparación con Polonia o Rumanía, la mayor economía de Europa no está en primer línea, rápidamente podría convertirse en un lugar de acogida masivo para los desplazados.
El domingo el gobierno polaco anunció que cerca de 100.000 ucranianos habían cruzado la frontera desde el inicio de la invasión rusa.
Berlín prometió entregar ayuda a los ucranianos que huyan de las bombas y el país tiene una sólida reputación como un generoso lugar de acogida, después de la llegada en 2015 cientos de miles de migrantes que huían de las guerras en Medio Oriente, principalmente en Siria, y también de otros conflictos.
El año pasado recibió a miles de personas después de una nueva "crisis de los migrantes" gestada en Bielorrusia.
Hacia el oeste
Para Svetlana y su familia, la odisea comenzó el martes. Reunieron algunas pertenencias en un "viejo coche" y comenzaron la ruta hacia el oeste.
Menos de dos días después, el presidente ruso anunció una invasión contra su país.
"En el oeste del país, en Leópolis, no encontramos ningún lugar para dormir", contó Svetlana. Entonces continuaron el camino primero hacia Polonia y el viernes llegaron a Berlín.
A la pregunta de por qué no se quedaron en Polonia, un país más cercano al suyo, la mujer rompe en llanto. "No podemos volver a casa", lamentó.
"Hoy recibimos a 75 ucranianos. Esto no es mucho pero esperábamos muchos más en los próximos días", explicó Sascha Langenbach, portavoz del organismo de gestión de migrantes en la capital alemana.
"La consternación con respecto a lo que está ocurriendo en sus países es casi palpable", contó.
En este recinto ubicado en el norte de Berlín, los responsables dispusieron de 1.300 camas y esta cifra debería duplicarse en los próximos días.
También está previsto reforzar los efectivos con personal que hable ucraniano o ruso.
El procedimiento consiste en registrar a los demandantes de asilo en un primer centro de acogida y luego encontrarles un hogar permanente.
Relajar la legislación
Los encargados de este centro aconsejan a quienes puedan esperar un poco que lo hagan, ya que creen que las autoridades van a relajar la legislación para los ucranianos. Esto va a permitir acelerar los procesos.
"Esto ayudaría en gran medida a su integración aquí", indicó Sascha Langenbach.
Dmitri Chevniev, un tatuador de 39 años, forma parte de las personas que van a esperar antes de pedir el asilo. Está atrapado en Berlín después de un viaje para visitar a unos amigos.
"Llegué hace dos semanas y ahora no puedo volver a casa", contó.
Su esposa y su hijo de cuatro años están actualmente en Rusia para visitar a su familia. Desde este centro intenta hacer averiguaciones sobre como llevarlos hasta Alemania.
Por su parte Stanislav Shalamai, de 26 años, está aliviado de haber encontrado un techo.
Salió que Kiev el 15 de febrero en medio de los crecientes temores a una guerra .
"Estaba nervioso, así que tomé mis cosas y me fui", contó.
Con una mochila de lona y un saco de dormir, tomó un bus hasta Varsovia y después otro hasta Berlín.
Actualmente le cuesta comprender lo que está sucediendo en su país.
"40 millones de ucranianos viven ahí, nadie les preguntó y de repente un ejército llegó y empezó a dispararle a la gente", se lamentó.
"Yo no sé que va a ser de mí aquí (...) No sé qué va a pasar con Ucrania, voy a tener que esperar", suspiró.