Jorge Palomino Huanca, joven padre de familia natural de Apurímac, es quizá uno de los pocos pacientes trasplantados al corazón que se atrevió a fijar la fecha exacta de su operación en un arranque de fe en medio de tanto dolor.
Coincidencia o casualidad, Jorge anticipó que le harían el
trasplante de corazón que tanto necesitaba el 30 de agosto de este año y así ocurrió.
Todo empezó el 17 de marzo pasado en Apurímac cuando el joven padre de 23 años comenzó a toser y botar sangre por la boca mientras trabajaba en una obra de construcción, oficio que aprendió de su padre.
Su familia lo llevó de emergencia al hospital de la localidad, donde le dijeron que iba a fallecer. Luego de diversas gestiones y, mientras Jorge se hinchaba y no podía respirar, lo trasladaron al hospital Guillermo Almenara de EsSalud, en Lima, donde su diagnóstico fue más preciso: insuficiencia cardíaca terminal, una de las principales causas de hospitalización y muerte.
"Esa enfermedad no tiene cura, estaba grave. Toda mi familia lloraba y lloraba. Estuve internado un mes y luego uno de los médicos, Fernando Ramírez, me derivó al Instituto Nacional Cardiovascular (INCOR)", recuerda en diálogo con la Agencia Andina.
Ayudado por un respirador artificial y con varios tubos conectados a su cuerpo, Jorge confiesa que a veces perdía la fe, pues los dolores eran intensos mientras se encontraba en lista de espera. "Perdía sangre y los tubos me producían un dolor intenso cada vez que venían a examinarme".
Pero tuvo varios ángeles en la vida real que lo animaban: su hermana Graciela, quien le deciá que ore y tenga fe; su padre que lo acompañó en todo momento y el personal de salud que le recordaba "Jorge, no vayas a perder la fe".
Una semana antes de ser operado, Jorge soñó que tres aves blancas y grandes se sentaban en su pecho y que le anunciaban: "te vamos a hacer la cirugía, pero te quedarás con tu propio corazón". Ese día le dijo a todo el personal de salud que lo iban a operar el 30 de agosto, día de la Festividad de Santa Rosa de Lima. "Lo sentí en mi corazón", subraya.
Pasado el mediodía del 30 de agosto, llegó su doctor y le dijo: "te vas a la sala, te van a operar". "Yo me puse feliz. Le pedí a Dios y llegó el día, soy católico, creyente. Ahora tengo más fe, le pedí a Dios que me mande un angelito".
Jorge considera que Dios le dio una nueva vida y agradeció a la familia de su donante por haber permitido el trasplante del corazón, pero también a los médicos que lo atendieron.
"Hay que ser solidarios, vamos con la donación y a salvar vidas", le dijo a las familias que se oponen a la extracción de los órganos de sus parientes fallecidos.
La visión de la vida de Jorge ha cambiado después del trasplante. Ahora tiene muchas metas, como por ejemplo estudiar para ser técnico civil de construcción. "Antes de caer mal, iba a dirigir una obra de ocho pisos, pero por algo ocurren las cosas. La práctica ya la sé, solo me falta estudiar para aprender a leer los planos".
Caso exitoso
Esta semana, el presidente ejecutivo de EsSalud, Gabriel Del Castillo, presentó el caso de Jorge como un exitoso trasplante, dado que su situación era difícil al no responder al tratamiento convencional.
Para esperar a un donante, se recordó, Jorge tuvo que ser conectado al equipo “centrimag”, dispositivo de asistencia circulatoria mecánica que permitió reemplazar la función de contracción de su corazón durante 53 días. Solo el INCOR cuenta con esa tecnología.
Ahora Jorge se recupera satisfactoriamente y volverá a realizar sus actividades normales gracias a la donación voluntaria, la alta capacidad de los médicos y los modernos equipos del INCOR, institución que hasta el momento ha realizado más de 55 trasplantes cardiacos entre adultos y pediátricos.
Gabriel Del Castillo Mory informó que la institución ha lanzado una campaña de sensibilización para incrementar el número de donantes en el país, la cual es la más baja de América Latina.
Más en Andina:
(FIN) RRC/RRC