El proceso de transformación se inicia con la preparación del dúwe o arcilla. En el proceso de amasado, la arcilla es mezclada con distintos tipos de yuku, cenizas que dan lugar a diversas pastas cerámicas. Con la pasta cerámica lista, las artesanas proyectan las piezas a elaborar.
Para el modelado de las piezas, las mujeres se sientan sobre un asiento bajo o en el suelo, de tal forma que la posición del cuerpo permita que los muslos y el estómago sostengan el tátag (tabla sobre la cual se coloca la pasta) para que las manos queden libres para el trabajo de la arcilla.
Secado y cocción
Una vez que se ha dado forma a la pieza, se inicia la etapa de secado que se da en dos momentos. En primer lugar, las vasijas se dejan al sol y luego se colocan en una canasta que se suspende sobre una hoguera por varias semanas, hasta que penetre bien el calor. Esta técnica se llama uyuwámi en Awajún.
El siguiente paso es la cocción que se hace sobre fuego y en un lugar abierto. Las artesanas colocan tres o cuatro palos medianos de leña dura, en forma de estrella, dejando en el centro un espacio para la leña seca, la cual también es empleada para tapar las piezas y así proporcionarles mayor calor. En ocasiones se realiza una segunda cocción.
El tiempo de cocción depende de la cantidad de cerámica que se coloque, durando usualmente entre una y dos horas, o hasta que se consuma la leña. El éxito en la cocción depende del respeto mostrado hacia Núgkui, a quien no le gusta que miren las piezas durante el proceso ni que se envidie la cerámica ajena. Es por ello que las ceramistas evitan que personas ajenas se acerquen a mirar la cocción de su producción.
Caracterización
El proceso de caracterización es fundamental en la tradición Awajún, según la cual todas las vasijas tienen niimé, atributo que se refiere al aspecto, color y carácter de cada pieza.
El fruto del achiote es el insumo que tradicionalmente se ha usado para los rojos de la cerámica Awajún, mientras que el negro se obtiene del carbón y los ocres de las tierras de colores. La técnica del dibujo con barbotinas, tierras de colores, se desarrolló hace un poco más de diez años en un taller en el río Cenepa, y ha reemplazado el uso del achiote que suele ser más difícil de fijar.
Chachamamu
El nombre para los dibujos en la cerámica Awajún es chachamamu, que significa “cualquier pintado que tenga”. Dibujar chachamamu es una forma de personalizar las vasijas, dotándolas de señales que mantienen el vínculo con las ceramistas que las produjeron. Cada mujer dibuja un chachamamu especial para su esposo o sus hijos adultos. Es muy importante que las vasijas para masato cuenten con chachamamu, sobre todo en acontecimientos sociales.
Originalmente solo se pintaban en vasijas sadas por personas importantes, denominadas wáimaku, quienes a medida que iban bebiendo el masato, descubrían el dibujo en el interior de sus recipientes. Se dice que los jóvenes que no hayan tenido una visión propia sobre su vida, mueren si es que llegan a beber de ahí.
Cada chachamamu tiene uno o varios nombres. Estos pueden variar según la ceramista que los realiza. Además, pueden combinarse varios diseños en una pieza. Generalmente, consisten en formas geométricas estilizadas asociadas a elementos de la naturaleza como cerros, estrellas, peces, partes de animales, plantas, hojas, entre otros.
La alfarería Awajún es una forma de mantener un vínculo con el dékamu (conocimiento profundo sobre la selva) entre generaciones de mujeres. Las ceramistas comparten su arte dentro de las redes familiares, pero, al mismo tiempo, también mantienen secretos y transmiten ciertos conocimientos solamente para las personas que les son más cercanas. Las ceramistas intercambian conocimientos al encontrarse, reproduciendo así aspectos de la alfarería de otras colectividades. Estos intercambios de conocimientos en la sociedad promueven el desarrollo y la vigencia de la alfarería Awajún.
Las piezas más características de la producción alfarera Awajún son las siguientes:
- pinig, pocillo redondo para beber;
- yukún, pieza en forma de copa, para beber guayusa;
- ichinak, olla para cocinar;
- amámuk, vasija con cuerpo de aros progresivos, para contener masato.
Se trata de piezas que destacan por su sencillez formal y el refinamiento de sus diseños y de sus acabados.
Al fortalecerse la producción artesanal, se ha producido también un fortalecimiento de la identidad, ya que los conocimientos ancestrales están íntimamente ligados a la cultura y a la continuidad de su lengua, pues los insumos, las herramientas, las técnicas y las piezas se denominan en lengua Awajún.
(FIN) RFA/MAO