Por Juan Carlos CruzadoEl Director de la Academia Diplomática, Allan Wagner, afirmó que el legado del dos veces secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuellar, guía a las próximas generaciones que ingresan al Servicio Diplomático, debido a que cada una de sus acciones y decisiones tuvieron como fin supremo contribuir a la paz en todo el mundo.
¿Qué importancia tiene Javier Pérez de Cuéllar para la diplomacia peruana?
–En primer lugar, tomar conciencia sobre una persona excepcional como Javier Pérez de Cuéllar y lo que hizo por el Perú y por la paz internacional en sus dos mandatos como secretario general de las Naciones Unidas. Al conocer en profundidad sobre quién fue Pérez de Cuellar y la obra que realizó, debemos sentirnos orgullosos de que un peruano haya alcanzado esos niveles tan altos de prestigio internacional.
–En alguna oportunidad usted dijo que no habría otro peruano que llegue a ese nivel en la diplomacia mundial.
–Así es, evidentemente es el peruano que ha llegado al más alto nivel de lo que es la organización mundial. Otro peruano que llegó a un cargo importante fue José Luis Bustamante y Rivero, quien fue miembro y presidente de la Corte Internacional de Justicia, para citar otro caso; pero sin duda, Pérez de Cuéllar al presidir el organismo mundial por excelencia, ocupa un sitial preponderante.
–La Academia Diplomática cumplirá 64 años y lleva el nombre de Javier Pérez de Cuéllar, sin duda su legado es fundamental para los nuevos diplomáticos.
–Sin duda, Javier Pérez de Cuéllar es un referente fundamental e inspiración para todos los diplomáticos. Es una enseñanza de vida y una fuente de inspiración sobre cómo es que debemos cumplir la misión que el Estado nos ha encomendado. Hay unas palabras muy bonitas que él dijo sobre la diplomacia y que valen la pena recordar: “Alentar la vocación por la diplomacia y demostrar que no es un ejercicio fútil y frívolo, como lo cree la ignorancia y lo afirma la mala fe, sino una noble actividad que contribuye al orden y la armonía de la comunidad de naciones”. Este fue un mensaje que dirigió a los aspirantes al servicio diplomático en su obra Derecho diplomático, y lo que quiso fue exaltar los valores de la diplomacia frente a ese relumbrón que se tiene de los cócteles y recepciones, que lo malinterpretan como la esencia de la diplomacia, cuando es solo un método de trabajo.
–¿Es un ejemplo del ejercicio de la más depurada y hábil diplomacia?
–La diplomacia es una ciencia y un arte al mismo tiempo, por lo que requiere de una preparación profesional y especializada, que es la que damos en la Academia Diplomática a los aspirantes al Servicio Diplomático. Es un arte porque la esencia de la diplomacia es la negociación para lograr soluciones, mediante las cuales el Perú y la otra parte estén satisfechos o por lo menos logren un arreglo razonable. Esa es la esencia de la diplomacia y la manera como la practicó Pérez de Cuéllar tanto en el plano bilateral, como miembro del Servicio Diplomático, como embajador del Perú en varios países y luego en Naciones Unidas.
–¿Qué tan importante fue su labor al mando de las Naciones Unidas?
–Cuando fue elegido secretario general de las Naciones Unidas, el mundo se encontraba en una fuerte confrontación entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, que generaba conflictos localizados en diversos lugares del mundo. Un ejemplo de eso fue la crisis centroamericana en los años ochenta. Él encontró esta situación y lo que hizo fue comenzar a tejer relaciones personales y profesionales con Estados Unidos, la Unión Soviética y países miembros del Consejo de Seguridad para que este grupo pudiera actuar. Diría que en gran medida su primer mandato como secretario general se caracterizó por eso. Su trabajo fue dando frutos, porque luego las potencias adoptaron, en el marco del Consejo de Seguridad junto con los otros países de la comunidad internacional, medidas para ir resolviendo estos focos de conflicto que se habían generado.
Recuerdos de una misión en Centroamérica
Allan Wagner recuerda una experiencia de trabajo directa con Javier Pérez de Cuéllar en momentos que la crisis centroamericana estaba en su punto más alto y podía, debido a la actuación de varios países de la región, trascender y generalizarse. En esos momentos, cuando se mediaba en el conflicto mediante el Grupo Contadora y el Grupo de apoyo de Lima, que recibieron la noticia de una operación de gran escala por parte de los contras nicaragüenses.
“Nos reunimos inmediatamente en Cartagena de Indias (Colombia) para ver qué hacíamos, porque era información de buenas fuentes. La solución que acordamos fue hacer acto de presencia para evitar el escalamiento del conflicto”, recordó. Asimismo, precisó que otro acuerdo fue que los acompañen el entonces secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuellar, y el secretario general de la OEA, Joan Baena Soares, quienes aceptaron la propuesta.
“Fue una misión muy importante que llevaba cierto riesgo y que fue exitosa porque si esta escalada estaba prevista, no se produjo y laa presencia de los ocho cancilleres, más los dos secretarios generales, sirvió para avanzar en el proceso de distensión a nivel regional. Es una anécdota de trabajo directo que tengo con él”, añadió.
(FIN) DOP
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Published: 1/20/2020