La frecuencia de los incendios forestales se incrementa en las últimas décadas; por ejemplo, la cifra fue exorbitante en el 2019 y 2020, ya que se registraron más de 5,000 emergencias, lo que puede estar asociado a la pandemia por el covid-19.
Así lo sostuvo Ricardo Zubieta, investigador científico del Instituto Geofísico del Perú (IGP), a la Agencia Andina, y añadió que esta situación requiere de una mayor investigación.
“Hasta antes del 2018 ocurrieron alrededor de 100 emergencias, el año de sequía, 2005, 2010 y 2016 se elevaron hasta en un 400 por ciento; pero el 2019 y el 2020 se sobrepasaron las expectativas, de acuerdo al Registro Nacional de Incendios propuesto por el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) y documentado por el Ministerio del Ambiente”, puntualizó.
En relación a que el aumento de incendios forestales podría estar vinculado a la pandemia, puso como una posibilidad de que los niños del campo permanecieron más tiempo jugando y los adultos realizando otras actividades que podrían originar el fuego. “Como no sabemos las causas, hay propuestas de nuevas tesis e investigaciones”, refirió.
También mencionó que es usual que la temporada de incendios forestales se prolongue hasta noviembre, porque se estima que las lluvias que inician en setiembre-octubre-noviembre son un paliativo a la decisión de las personas de practicar quemas. “En diciembre empieza a llover con mayor frecuencia e intensidad y la frecuencia de estos eventos es mucho menor”, expresó.
Sin embargo, agregó que esa predisposición no es tan real, porque en Perú puede empezar la temporada de precipitaciones pluviales en algunas regiones, pero no en todos los ámbitos.
Zubieta manifestó que agosto y noviembre son los meses pico para la ocurrencia de incendios forestales, teniendo en cuenta que en agosto ya se ha conformado combustible vegetal, ya se está secando la vegetación por falta de lluvias, y posiblemente también está asociado a costumbres, pues la fiesta de la Pachamama se celebra en agosto, como el IGP lo está intentando documentar.
El especialista precisó que en agosto último, en Cusco, se tuvieron 111 emergencias, 17 en Arequipa, 21 en Moquegua y 26 en Huancayo (Junín).
Explicó que hasta hace poco se asociaba mucho a los incendios forestales con las sequías. “Tenemos sequías, reducción de las lluvias por debajo de lo normal, y tenemos un incremento severo de la frecuencia de estos eventos. Eso es paulatino, 2005, 2010 y 2016, en que las regiones más afectadas son Cusco, Cajamarca, Apurímac”, incidió.
Asimismo, refirió que los incendios forestales son un factor climático, pero lo que está pasando en los últimos años, eso es lo que se intenta responder con las nuevas investigaciones. “Hay un problema transversal en estos eventos”, indicó.
“Podemos documentar los factores climáticos, vegetativos, como la conformación del combustible vegetal o forestal seco desde mayo, que ya deja de llover, agosto sigue sin llover y si no llueve en setiembre se seca aún más y así progresivamente, y eso es un riesgo, es un combustible expuesto a la decisión de las personas a realizar quemas”, subrayó.
Zubieta hizo hincapié en que hay un factor antrópico (cualquier acción o intervención realizada por el ser humano sobre la faz del planeta, como la deforestación, la pesca, la agricultura, las mayoría de las emisiones de gases de carbono a la atmósfera (de origen fabril, vehicular, etc.), que hay que documentar bastante.
En ese sentido, dijo que hay interés del IGP en poder realizar indagaciones mediante la tesis de jóvenes investigadores de la Universidad San Antonio Abad del Cusco, para poder documentar cuál es la percepción de los comuneros, si se sienten responsables de la ocurrencia de estos incendios forestales porque surgen de las quemas que muchas veces llevan a cabo.
“El IGP documenta los incendios; el Indeci, la ubicación; al igual que el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), pero no estudiamos las quemas que es el punto núcleo del cual surgen estos incendios. Hay una mayor investigación por desarrollar”, recalcó.
Tras comentar que el rol que tiene la población es muy importante, Zubieta dio a conocer que las investigaciones sugieren que se debe admitir que se trata de un problema de la disponibilidad del combustible forestal.
Quemas controladas
Pero, sobre todo –prosiguió–, que pueda convocarse en una mesa de concertación tanto al representante de la comunidad, al gobierno local, Serfor, gobierno regional y al Cuerpo General de Bomberos, con el fin de efectuar quemas controladas.
Por tanto, lo que se recomienda es abordar el tema desde un punto de vista más multidisciplinario, como ya se hacen en otras regiones de los Andes, con el objetivo de reducir los impactos.
Consideró que a veces uno se atreve a intentar modificar el ecosistema de montaña con esas quemas controladas, por eso hay que ponerlo en una balanza para determinar el costo beneficio.
“Hay que cuantificar cuál es el beneficio de realizar una quema controlada a no hacerlo, de manera de poder reducir los impactos, por ejemplo, en las raíces de los pastizales que son los más afectados, matorrales, microorganismos; cuál es el costo total de lo ya impactado por los incendios. Habría mayor control”, remarcó.
Zubieta opinó que a largo plazo sería necesario realizar las quemas controladas para reducir los impactos, porque se estima que las condiciones climáticas en el futuro van a ser más secas, más intensas y tal como se ha demostrado en el pasado hay un tipo de causalidad en la decisión de las personas, cuando hay sequías los incendios se incrementan, incluso ya está muriendo gente en los incendios, como en el Cusco, acotó.
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Informó que la última publicación del IGP estudia las condiciones potenciales para que se desencadenen estos incendios, contabiliza, por ejemplo, cuántos días secos han ocurrido el 2005-2010-2016.
Se estima que a medida que los día secos aumenten, así como los días calurosos por encima de una temperatura umbral, los incendios forestales en los Andes también se van a incrementar.
“Hasta hace poco teníamos 100 días secos y eso está relativamente dentro de lo normal; en otros años teníamos 150 y allí hay una particularidad de atención”, acotó.
En cuanto a la Amazonía, Zubieta aseguró que también recoge mucha importancia desde lo ocurrido en Brasil el 2019, y tiene otro comportamiento porque llueve más seguido; pero el 80 por ciento de los incendios forestales ocurre en las regiones de alta montaña, afectando pastizales, matorrales y bosques andinos.
Por último, incidió en que un incendio forestal no solo destruye la vegetación, sino que elimina la fauna silvestre y expone la salud y la vida humana, urgiendo la adopción de medidas de prevención. Además en algunas regiones ha perjudicado santuarios históricos, reservas paisajísticas, parques nacionales, entre otros.
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(FIN) TMC
GRM
Published: 10/1/2021