Ha pasado más de una década desde la promulgación de la Ley N° 29785 en 2011, Ley de Consulta Previa, su implementación ha sido un proceso de aprendizaje institucional tanto para el Estado peruano como para las organizaciones representativas de los pueblos indígenas.
De acuerdo con diferentes especialistas, la consulta previa juega un rol central en la búsqueda de estrategias para conciliar las necesidades de desarrollo de los Estados y los derechos de los pueblos indígenas. Además de dar voz y representación a las organizaciones indígenas en la toma de decisiones, facilita la identificación de riesgos y oportunidades de manera temprana.
Por esto, la consulta previa se ha venido consolidando en las últimas décadas como una herramienta para la toma de decisiones sustentables.
El Perú es un país culturalmente diverso, donde viven cerca de 6 millones de peruanas y peruanos que se autoidentifican como parte de alguno de los 55 pueblos indígenas u originarios, de los cuales 51 son amazónicos y 4 andinos.
Piden consulta previa
Al respecto, representantes de la Organización Regional de los Pueblos Indígenas del Oriente (ORPIO) llegaron a Lima, desde Loreto, para exigir que el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) inicie la consulta previa por la construcción del segundo tramo de la carretera Bellavista - Mazán - Salvador - El Estrecho, proyecto vial que recorrería desde Iquitos hasta la frontera con Colombia.
Ello es vital, ya que frente a la construcción del primer tramo se ha registrado una serie de conflictos sociales relacionados a actividades ilícitas y daños ambientales, principalmente, con foco en la comunidad Centro Arenal, del pueblo Huitoto Murui Buee, cuyas autoridades vienen denunciando en medios de comunicación desde el 2015, invasiones a su territorio y daños ambientales.
El pasado 11 de julio de 2024, ORPIO presentó una petición formal de consulta previa en representación de los pueblos indígenas afectados por la carretera. Sin embargo, y pese a que ya venció el plazo reglamentario, no han recibido respuesta alguna por parte del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC).
“El MTC debe responder a nuestro pedido y asegurar que todos los pueblos indígenas y sus comunidades que habitan el área de influencia del tramo 2 de la carretera participen en la consulta previa del proyecto. Queremos más oportunidades, pero no más invasiones, deforestación y amenazas”, señala José Murayari, vicepresidente de ORPIO.
Por su parte, la lideresa Zoila Ochoa, lideresa de la comunidad nativa Centro Arenal, manifestó que el MTC viene realizando talleres informativos en su comunidad, a pesar de no determinar ni informar cuándo empezará la consulta previa. “Los señores del MTC deben tener mayor transparencia en las actividades que vienen realizando en el segundo tramo, debe estar claro los plazos, no podemos seguir de taller en taller sin que definan cuándo empezará la consulta y qué medida se consultará”, resalta Ochoa.
Consultar lo importante
Resulta clave también que el MTC defina qué medidas se van a consultar: “El marco legal y los estándares internacionales señalan que la consulta se da desde la planificación de los proyectos, es decir, antes que existan impactos. Hay antecedentes con la Hidrovía, donde se consultó los TDR del Estudio de Impacto Ambiental y cláusulas del contrato de concesión. No se puede retroceder en estándares ya ganados”, sostiene Diego Saavedra, Líder de Proyectos en Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR).
“Además, recordemos que en cumplimiento de la sentencia N° 29126-2018-Lima, es una obligación del sector consultar a los pueblos indígenas medidas vinculadas a servicios públicos, como son las carreteras”, agrega Saavedra.
De acuerdo al Estudio de factibilidad del proyecto, el proyecto representa una inversión de más de mil quinientos millones de Soles (S/1,546.4 millones), con lo que surge el cuestionamiento sobre si el costo del proyecto está justificado, ya que no se cuenta con un análisis que sustente si dicha inversión traerá beneficio a la población local.
Más allá del segundo tramo
Las preocupaciones sobre esta ruta abarcan también lo ambiental, ya que el 60% del trazo proyectado de este proyecto vial de más de 180 km (correspondientes al tramo IV) se superpone a áreas protegidas como el Área de Conservación Regional Maijuna Kichwa y el ACR Ampiyacu Apayacu , incrementando el riesgo de deforestación y degradación de los bosques.
Además, existe preocupación ante el incremento de economías ilícitas, ya que se han identificado zonas cocaleras monitoreadas por Devida en la ribera de los ríos Napo, Amazonas y Putumayo, está última en la zona de frontera con Colombia, en el ámbito del cuarto tramo del proyecto, donde se vienen registrando denuncias en medios de comunicación desde las comunidades indígenas por las amenazas que reciben de grupos armados colombianos al ser parte de la ruta para el tráfico de drogas hacia México y Brasil.
Pese a las afectaciones y potenciales riesgos advertidos, el proyecto no considera la pertinencia de una evaluación ambiental integral de carácter preventivo y viene evaluando las afectaciones tramo por tramo, invisibilizando los efectos integrales del proyecto sobre las poblaciones y la biodiversidad.
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(FIN) NDP
Published: 8/23/2024