Por José VadilloFue gracias a una canción –“Zombie”, de los irlandeses de Cranberries–, que versionó a todo pulmón en un concurso del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) Breña, que la médico-pediatra Susan Genaro quedó reabautizada en el histórico nosocomio de la avenida Brasil como “la doctora que canta”.
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Susana Genaro
Cuando terminaba el colegio, dudó entre el periodismo y la medicina. Por suerte, primó el amor por las ciencias y una empatía por el prójimo a prueba de balas.
La otra pasión, el canto, es un pasatiempo permanente desde los tiempos escolares, que afianzó en la universidad, integrando bandas efímeras. Ahora, cuando se puede, canta a sus pequeños pacientes.
Para la doctora Susana Genaro, el INSN Breña es, por antonomasia, “la institución” en pediatría del país. Entonces, no dudó en pasar tres veranos estudiantiles en el hospital aleccionándose en Pediatría. Desde el 2017, ella es médico asistente del Servicio de Medicina D del hospital del Niño.
En la prepandemia, dicho servicio se diferenciaba por tener camas para hospitalizar “niños grandes”, chicos de 5 años a más. Hoy, la médico de 31 años también trabaja con pacientes covid-19 en el área de triaje, adonde llegan los casos ambulatorios.
“Ha sido difícil afrontar esta pandemia para los médicos y todo el personal. Por suerte, los niños no se afectan como otros grupos con morbilidades o adultos mayores. No hemos tenido cifras de mortalidad alta, pero sí algunos cuadros severos en niños con comorbilidades, cuadros leves y moderados”, comenta.
Rosario Rueda
Todo se origina en la niñez. Rosario Rueda, jefa del departamento de emergencias y áreas críticas (DEAC), recuerda cuando era niña y visitaba al pediatra, era un profesional tan cálido y acogedor que los niños pensaban que iban a jugar. Desde entonces, quiso ser médico.
Con la pandemia, la realidad de la DEAC no ha variado. En esa dirección todo el tiempo se mide la pasión por la especialidad, recuerda la profesional con 27 años de trayectoria. En la DEAC, las emergencias se reciben las 24 horas. Llegan los casos más complejos, que requieren atención inmediata.
“La mística del médico es la de servir. En los médicos de emergencia se suma el apremio por brindar la atención oportuna a los niños, con la mayor calidez y calidad,”, resume. “Otra característica de la unidad de cuidados intensivos (UCI) y emergencia es que laboramos mucho en equipo, con personal profesional y técnicos. Sería mentir decir que solo uno lo hace todo”.
Tras el temor inicial en el nosocomio frente a la nueva pandemia, el centenar de médicos y técnicos del área se adaptaron rápidamente.
Si bien el INSN Breña optó por áreas diferenciadas de covid y no covid, era insuficiente y áreas como emergencias pusieron el hombro para atender a los niños víctimas del covid-19. Sobre todo, los más críticos, aquellos que llaman de prioridad 1 y 2.
“Tenemos 12 camas en emergencia, pero por la actual situación también hacemos uso de áreas de contingencia, porque son 40 a 50 pacientes. Hay pacientes en camillas, en carpas. En UCI se cuenta con 13 camas para cuadros agudos, 2 para cuadros de covid-19 y 5 con ventilación mecánica prolongada”, detalla Rueda, quien desde junio realiza más labores administrativas en la jefatura. Encuentra en cocinar, ver una película o leer una novela las formas de relajarse para volver al día siguiente con bríos renovados.
Jaime Tasayco
Jaime Tasayco trabaja en un área altamente especializada, donde la vida pende de un hilo. El médico chinchano es jefe de la UCI Pediátrica. Aquí llegan referidos los casos más delicados. La meta de Tasayco es humanizar la terapia intensivista.
Veintiocho de sus 62 años los ha vivido en este nosocomio. Recuerda que desde que era interno el camino le fue llevando a la pediatría, además de su propio carácter: una persona a la que le gusta sonreír y le encantan la energía y preguntas inocentes de los niños.
Son imborrables las palabras de un maestro, quien ponderaba que UCI es el último vagón del tren de la medicina: si no se resuelven aquí los problemas, ya no hay otro sitio a dónde ir. Eso jamás lo olvida. La UCI del Niño es la unidad histórica más grande del Perú. Es “la cuna de los médicos intensivistas”.
Los 18 médicos de esta unidad salvan vidas trabajando en equipo. Ahora, con el covid-19, 13 de ellos trabajan en sala y los demás hacen una labor remota, monitorizando, actualizando guías y protocolos.
“Ellos son nuestra fuente de información externa”, explica. Hoy el temor al covid-19 se ha ido alejando y el área UCI trabaja al 90% de sus capacidades.
Los lunes, miércoles y viernes, los padres y los familiares pueden ingresar a ver a sus hijos en la UCI. “Es importante que el papá y sus niños estén cerca”. Se toman en cuenta los protocolos y se evita la presencia de muchas personas.
Desde los primeros días de setiembre se ha registrado una subida de casos de covid-19, informa Tasayco. “Hay que cuidarse, pero tampoco el virus nos puede detener. Sabemos que corremos un riesgo, pero es nuestra pasión. Tenemos que dedicarnos a lo que nos formamos, de lo contrario, no nos llamaríamos médicos”, dice. Hipócrates sacaría pecho de puro orgullo.
Para Jaime Tasayco, quien fue el primer galeno de una familia de ingenieros, es un orgullo “trabajar en la casa matriz de la pediatría”. “El hospital del Niño es mi historia, mi vida. Todo lo que desarrollé se lo debo. Lo que hace la diferencia es el corazón, la calidez que pone la gente”, resume. Dos de sus tres hijas son también médicos.
Su otra pasión es la enseñanza. Considera que un deber de los médicos “mayores” es pasar sus conocimientos a las siguientes generaciones. “Para que ellos nos mejoren, nos superen y sigamos avanzando”. Palabra de maestro.
Oswaldo Núñez
El pediatra endocrinólogo Oswaldo Núñez tiene un pie en el área asistencial-docente y el otro en la investigación científica. Así define sus 31 años de trabajo en la INSN Breña.
Para él, los médicos residentes que optan por la pediatría deben desarrollar la paciencia y la tolerancia. “Nosotros vamos a trabajar indirectamente con el padre o tutor. El niño va a tener todos los miedos posibles porque se enfrenta a un extraño [el médico] que puede ‘afectarlo’ con su acción con los inyectables, por ejemplo”, comenta.
Trabaja en el Programa de Atención al Niño Diabético. Y habla con preocupación de los cambios en nuestra sociedad. Si en los años ochenta y noventa el único registro era de niños con diabetes tipo 1 (que utilizan insulina), a partir del 2000 aparecen casos de diabetes tipo 2 (que se tratan con dietas y pastillas), debido al incremento de la obesidad en el Perú. El INSN de Breña hoy trata a 45 pacientes de tipo 2. Y no es el único hospital con casos de este tipo, lamenta.
Durante la emergencia sanitaria, el trabajo con los pacientes endocrinológicos ha continuado tanto en forma presencial como remota. Para no descuidar la atención, evaluaciones ni controles, los 8 médicos del área han hecho turnos en forma intercalada.
“Para la mayoría de las enfermedades, necesitamos hacer un cambio fundamental fortaleciendo la educación en salud para que la comunidad tenga conocimiento y pueda prevenir. Segundo, se debe fortalecer el sistema de atención en el primer nivel del atención. Es algo que corresponde al Estado”, opina.
A sus 59 años, el doctor Núñez recomienda llevar un estilo de vida que incluya la actividad física y la alimentación balanceada. Y no todo es Medicina: leer una obra o ver una película en familia nos saca de la rutina. Alimenta el alma. Palabra de médico.
(FIN) DOP
Published: 12/3/2020