Muchos pequeños comerciantes peruanos han alcanzado el éxito en sus negocios gracias a si ingenio y creatividad, como es el caso del grupo de jóvenes beneficiarios del Programa Pisco Emprendedor, impulsado por el Consorcio Camisea, y cuya inversión total supera los 640,000 dólares.
“Los emprendedores peruanos saben adaptarse al mercado. Crean productos muy distintos a los que hacían originalmente para aprovechar las oportunidades”, dice Milagros Pachas, coordinadora de Pisco Emprendedor, un proyecto que ha brindado capacitaciones y asesorías empresariales a un total de 1,600 jóvenes.
El proyecto Pisco Emprendedor nos enseña en siete casos de éxito, cómo la creatividad y el emprendimiento funcionan como armas infalibles para salir adelante:
1. La sazón como solución
Yhonny Mayuri tiene 33 años pero cocina desde los 13. Vive en San Andrés, frente al mar y cerca al muelle de pescadores artesanales de Pisco, donde encuentra todo lo necesario para deleitar a sus comensales en su cevichería “Sazones”. Tuvo un gran problema en el 2017 cuando el kilo de limones subió de S/ 3 a S/ 15. “Estaba más caro que el pescado”, afirma. Fue así que para lidiar con los costos, se vio motivado a crear la ‘Leche Leona’, un concentrado de receta secreta donde prevalece el sabor del pescado y que, hasta hoy, sus clientes la eligen como favorita.
2. Pamela, la lechera
Una característica del emprendedor es que “se lanza” y utiliza su creatividad para aprovechar las oportunidades. Pamela Quispe es una agricultora de una zona rural del distrito pisqueño Independencia, dedicada al cultivo de alfalfa y producir leche con sus 5 vacas y 18 cabras. Cuando una ingeniera de industrias alimentarias le dijo que si tenía leche podía producir yogurt, la visión de Pamela cambió. Ahora, con la ayuda del proyecto Pisco Emprendedor, es dueña de Productos Lácteos Pame, y vende 600 litros de yogurt al mes, cambiando su vida y la de su familia. Si desea conocer más sobre esta historia, puede visitar la página web: https://www.elalmadecamisea.com/
3. Detalles con amor
Las manualidades son la vida de Gina Anchante, creadora de “Pisko Art”. Hace tres años comenzó comercializando “detalles de amor”: cartitas, papelería, cajitas para parejas de enamorados. Su éxito radica en satisfacer con mucha creatividad los caprichos de sus clientes, aún cuando algunas tiendas del centro de Pisco copian sus diseños. Su ingenio le permite diferenciarse. Hoy, sus productos bandera son los cojines personalizados, incluso con pedidos extravagantes. “Una vez me pidieron un cojín con forma de mujer, con todos sus atributos”, dice Gina, quien no tuvo problemas para cumplir con el trabajo.
4. Las tortas prohibidas
Mirla García es de las peruanas que tiene un don en la repostería. Encontró la posibilidad de un ingreso extra en el negocio de tortas para fiestas infantiles. Su buena mano le valió para recibir un pedido muy especial: una torta para una despedida de soltera, con detalles explícitos que, como profesora de educación inicial de profesión, la hicieron sonrojar. Aunque tuvo que hacerla casi a escondidas, con la seguridad que su hija de 10 años no entraría a la cocina, los clientes quedaron tan contentos que la recomendaron. Ahora se dedica 100% a su negocio y este año recibió más de 12 pedidos para tortas ‘prohibidas’, encontrando un nicho de mercado interesante y lucrativo.
5. La dama del desembarcadero
Se llama Pilar Brescia y su apellido es Soto Vásquez; pero supo hacerse de un nombre propio en el Desembarcadero de San Andrés. Comenzó limpiando pescado y ahora tiene una empresa que envía 50 kilos diarios de producto fresco a conocidos restaurantes de Lima, además de vender a hoteles cinco estrellas de Paracas. ¿Cómo lo hizo? A veces la creatividad se traduce en habilidad para encontrar aliados. Pilar estableció una red de trabajo donde cuenta con un grupo de pescadores que siempre le proveen de pescado de calidad para cumplir con los pedidos y ofrecer una respuesta rápida a una exigente cartera de clientes.
6. El vivero de Eliana
¿Qué significan hortalizas hidropónicas? Eliana Muñoz Flores lo explica: sembrar lechugas o espinacas de modo ecológico, libre de microorganismos, solo con agua y nutrientes. Toda una revolución que surge en Cabeza de Toro, un puntito del Perú junto al kilómetro 17.5 de la Vía Los Libertadores, en el distrito Independencia.
Esta bióloga de profesión, a los 31 años, ha armado un vivero de hortalizas con 5 mil soles de inversión que rinde una cosecha de hasta 750 lechugas al mes. El apoyo del proyecto Pisco Emprendedor, de Camisea, le ayudó a equiparse con un sistema de riego a motobomba. Es el orgullo de su familia.
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7. Tomates como uvas
El Biohuerto de Hortalizas nace por la amistad de Jhonatan Chumbe, un técnico en industrias alimentarias, de 22 años, y Alfonso Llacta, un veterinario de 49 años. Son vecinos y ahora socios. Agobiados por los bajos precios del algodón y el maíz, iniciaron el cultivo de productos que quizás antes ni se pensaban en Pisco, donde se suele ver uva o pallares: siembran tomates Cherry y Abigail en un área de 450 metros cuadrados. Gracias a su creatividad para buscar nuevos productos, impulsan su negocio con éxito, pues los tomates “crecen como uvas”.
Pluspetrol es operador del proyecto Camisea, el cual se encuentra ubicado en la Amazonía Peruana dentro de la cuenca baja del río Urubamba, en la región Cusco. El proyecto consiste en la exploración y producción de gas natural y líquidos de los yacimientos San Martín, Cashiriari y Pagoreni (lotes 56 y 88), los cuales conforman una de las reservas de gas más importantes de América Latina.
Tal iniciativa también se desarrolla en la provincia de Pisco, región Ica, donde uno de los principales desafíos significó la alta complejidad tecnológica desarrollada en sus operaciones para asegurar el respeto de un espacio eco turístico, sensible desde el punto de vista socio ambiental, además de un intenso trabajo de vinculación para la construcción de acuerdos con la población y el desarrollo de programas de monitoreo ambiental.
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(FIN) NDP/TMC/MAO
Published: 11/22/2018