El concurso ‘Los Abuelos Ahora’, del programa Pensión 65, llega a su sexta edición. Tiene por norte que los niños conozcan los derechos de los adultos mayores para vivir con dignidad.
Los abuelos enseñan desde el territorio de la emoción. A Jean Pierre le impactó las historias de abuelitos a los que botan de sus casas y son obligados a vender frutas o limosnear para sobrevivir. Tomó los óleos pastel y pintó, recordando a un anciano que vende granadillas. Jean Pierre tiene 12 años y estudia en el colegio Honores, en Pillco Marca, Huánuco.
En Yantaló, Moyobamba, región San Martín, a Brian su mamá le contó una historia con rizos de leyenda: un día, su abuelito, muy joven, se quedó dormido en un bote en el río, y apareció una chica que intentaba besarlo; él se resistía y la chica lo arrastraba al agua. Por suerte, llegó un amigo y lo rescató. Juntos huyeron con el corazón en la boca. Sin la intervención del amigo, el abuelo ya no estaría acá.
Conocer el mar
Brian tiene 11 años y no sabe cómo expresar su alegría de llegar por vez primera a Lima. Le han dicho que irán a ver el mar, entre otros lugares, y conocerá al famoso chef Gastón Acurio.
A Deysi también le emociona sentir el mar. Dibujó a su abuela contando a sus seis hermanos un cuento. Es la primera vez que sale de Occollo, un centro poblado del distrito de Vinchos (Huamanga, Ayacucho) y llega a la capital. La acompaña su papá.
Las historias de los abuelos pueden servir para contar cosas más grandes, por ejemplo, la fe de los pueblos.
Cuestión de fe
Rosi escribió una historia que le contaron sus padres y se relaciona con la devoción en el centro poblado El Verde, Chalamarca, Chota.
Un día su abuelito, aún niño, encontró con su padre una crucecita que brillaba mucho; la guardaron en un baúl, pero parecía una maldición porque el ganado se perdía, se morían los animales y aparecían velas. Una vecina le pidió que le regalasen la imagen; pero el abuelo soñaba con un niño que le repetía, “No me regales, quiero quedarme contigo”. Y así supo que era una cruz muy milagrosa. Desde entonces, cada 15 de agosto se celebra en El Verde al Señor de los Milagros.
Los quechuas
Yolanda estudia con otros 220 niños en el colegio 13 de Mayo, en Andahuaylas, Apurímac. Todos son bilingües, hablan quechua y castellano.
Me lee un cuento en runasimi: un abuelo crió a sus 4 nietos, pero tres de ellos, al crecer, se fueron. Solo uno se quedó a trabajar y a ayudarlo. Recién cuando el anciano murió los otros volvieron y lloraron al abuelo. Solo les quedó pedir a Dios que lo lleve a su reino.
“Los abuelitos tienen que ser las primeras personas en ser atendidas”, me dice Lilian, de 9 años, que vive en Huacho, región Lima. También es ganadora de la categoría cuento en lengua originaria, pero el quechua que aprendió preguntando y escuchando a su abuelita y a su mamá, es un quechua ancashino, distinto al que habla Yolanda.
Queridos abues
Kendri pintó al óleo a su mamá Alejandra, su bisabuela de 88 años, en una sala rodeada de sus ocho hijos. Es la heroína de la familia, porque ella sacó adelante a sus hijos gracias a su sazón, una de las más respetadas en la tierra del mercurio. Sus hijos adoran a mamá Alejandra, quien sacó a todos profesionales.
Joaquín viste un terno de bayeta, hecho de lana de alpaca, y una serpentina le rodea el cuello. Tiene 12 años y estudia en la i.e. Ramón Castilla en Ichuña, a cuatro horas de Moquegua. Ha dibujado a su abuelito Alejandro, sembrando papa, oca, quinua y habas. Sembrar es la actividad que más le gusta hacer.
Paulino es un niño callado que mira con ojos de asombro. Ha escrito, dibujado y cantado a su abuelita. “Mi abuelita se siente feliz en su casa”, dice su canción en asháninka. Tiene 7 años, está en el primer grado y está asombrado de ver tantos autos. Maribel, la profesora, cuenta que en la escuela intercultural bilingüe de Boca Cheni, hay solo 3 profesores y 55 alumnos; allá viven “en chocitas”. Paulino ha llegado junto con su papá Santiago, quien le da indicaciones en asháninka. El jueves, cuando después de mediodía de viaje en bus vuelva a su comunidad, a una hora de Satipo (Junín), tendrá muchas historias sobre Lima, su cielo plomo y el mar.
Vivencias e historias
La dinámica fue similar en todo el país: un funcionario de Pensión 65 visitó el salón de clases e informó a los niños sobre el concurso ‘Los Abuelos Ahora’, que podían ganar y conocer Lima. Les explicó que podían contar sobre las cosas que les gusta hacer a sus abuelos. Podían dibujarlos o escribir sobre ellos.
Los 27 ganadores han llegado acompañados por sus tutores y sus padres. Los tutores acompañaron el proceso de redacción de los textos: les enseñaban los errores que tenían para subsanar ellos mismos.
Cultura de valoración
“Se evalúa la espontaneidad de los niños de contar sus propias vivencias. Muchos cuentan relatos de sus abuelos, quienes pelearon en la época del terrorismo y la tristeza que eso les genera. Les alegra recordar cuando sus abuelos o bisabuelos les leían cuentos. Otro tema importante es que muchos ha preguntado y pedido ayuda a sus familias, con lo que ayudamos a construir una cultura de valoración. Hay mucha más riqueza en ello, que el simple hecho de valorar sus textos y dibujos por el qué y cómo lo contó”.
Luis Fernando Llanos, director ejecutivo del programa Pensión 65, del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), explica que con el concurso nos permite “visibilizar la importancia de los abuelos y construir una sociedad más incluyente, más inclusiva”.
Adelantó que para la séptima edición del concurso, se analiza la posibilidad de ampliar la convocatoria a los alumnos de secundaria y así continuar revalorizando el papel de los adultos mayores en las familias y las comunidades.
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(FIN) DOP/MAO
Published: 10/23/2018