Con una inversión de 7.4 millones de dólares, el proyecto ‘La educación no puede esperar’ (ECW, por sus siglas en inglés) trabajará en el Perú, durante los próximos tres años, para garantizar el acceso y la permanencia de niños, niñas y adolescentes venezolanos en el sistema escolar.
En la última década, la crisis política y la inestabilidad económica y social en Venezuela empujó a millones de ciudadanos a la migración, al punto que solo en el Perú se calcula en 900,000 el número de migrantes venezolanos, de los cuales al menos 150,000 son niños y adolescentes.
El 4 de diciembre, ECW anunció en Nueva York 27.2 millones de dólares en subvenciones para programas de resiliencia multianuales que se ejecutan en tres países: Perú, Ecuador y Colombia. En el caso del Perú, la partida es de 7.4 millones y se espera la participación de aliados para llegar a 21 millones.
Acceso y permanencia
El proyecto se centrará en dos temas –explica el oficial de Educación en Unicef Perú, Fernando Bolaños–. El primero es impulsar el acceso de niños venezolanos al sistema escolar peruano, promoviendo para ello escuelas inclusivas que favorezcan la diversidad y valoren la experiencia de “aprender a vivir con otros”.
El segundo eje implica evitar que, una vez incorporados, estos niños y adolescentes abandonen la escuela, dándoles por ejemplo oportunidades de nivelación académica y equipos básicos para conexión en la modalidad virtual.
Son dos componentes que se trabajarán no solo con las familias venezolanas sino también con profesores y escolares peruanos, comunidades receptoras, líderes comunitarios y municipios, con énfasis en la dimensión socioemocional, para que los migrantes se sientan acogidos, sin xenofobia, maltrato ni discriminación.
Cifras y proyecciones
En total, a lo largo de los tres años, Unicef espera desarrollar el proyecto ‘La educación no puede esperar’ con 30,000 escolares –tanto venezolanos como peruanos– en 170 instituciones educativas y con 2,500 maestros y maestras que serán capacitados para esta iniciativa, detalla Bolaños.
Estos números representan la meta para el capital semilla de 7.4 millones de dólares que aprobó EWC, pero si reunimos 14 millones más, podríamos alcanzar a 100,000 niños y adolescentes, añade el oficial de Unicef: “Eso dependerá de otros donantes, del sector privado”.
El proyecto iniciará en 2021, un año que aún no se muestra muy definido en cuanto a las modalidades de enseñanza y aprendizaje, debido a la pandemia del covid-19 y una eventual segunda ola.
Un remanente clave
En su primera etapa, la iniciativa comenzará en Lima, La Libertad y Piura, las tres regiones con mayor presencia de inmigrantes venezolanos. “La capital concentra al 80 % de los niños migrantes –observa Bolaños–, principalmente en distritos de Lima Norte y Sur como San Martín de Porres y Villa María del Triunfo”.
“El Gobierno de Perú está dando pasos importantes para incluir a niñas, niños y jóvenes venezolanos desplazados (…) en el sistema educativo del país –resaltó Unicef, en una nota de prensa–. Los datos del Ministerio de Educación indican que 96,613 estudiantes venezolanos están matriculados en escuelas peruanas”.
Pero a pesar de estos esfuerzos, hay alrededor de 68,000 niños refugiados y migrantes que no están registrados en el sistema del Ministerio de Educación, un remanente social clave que aguarda con urgencia iniciativas como ‘La educación no puede esperar’.
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(FIN) CCH
JRA
Published: 12/18/2020