Por Karina Garay RojasLa cuarentena decretada en el país para evitar una mayor propagación del coronavirus está incrementando los roces y conflictos dentro de los hogares debido, sobre todo, a un reacomodo de roles y funciones a los que no estábamos acostumbrados.
Así lo reveló el doctor Humberto Castillo, director general del Instituto Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud, para quien es inminente adaptarnos a los cambios que nos impone la nueva realidad si deseamos mejorar nuestra convivencia.
“Las relaciones son un elemento sustantivo de la vida y ahora en cuarentena estamos reorganizando nuestros vínculos. Hemos estado viviendo de un modo, con relaciones que se organizaban en dos espacios, el íntimo, pero también el público. El público era el trabajo, las reuniones sociales, donde había incluso concurrencia y aglomeraciones. Eso permitía que hubiera un equilibrio en las relaciones”.
En entrevista con el programa Saludable Mente de Andina canal on line, explicó que de igual forma ocurre con los menores que antes tenían mayores espacios donde compartir con otras personas: el colegio, las reuniones con amigos y el fin de semana se matizaba con visitas a algunos familiares u otros amigos.
Existía una independencia en la organización de los vínculos, pero esto ha cambiado tremendamente con la cuarentena por la pandemia y, por tanto, desde hace semanas tenemos la obligación de permanecer todos juntos en casa.
“Esa organización de las relaciones tiene que ver con las condiciones en las que uno vive, pero también con las necesidades emocionales de cada persona y de con quién convives. Entonces llega la cuarentena y desorganiza todo ese esquema. Impone una adaptación que no cae bien a todos porque hay quienes tienen espacios más holgados, que puedan dividir; mientras que otros tienen lugares más estrechos”.
Crisis y oportunidades
Para el psiquiatra, toda adaptación tiene momentos de crisis, amenazas, pero también de oportunidades.
“Tenemos múltiples necesidades que satisfacemos de diversas maneras en diversos espacios. Al estar todos en el mismo espacio, todas las necesidades deben satisfacerse en el mismo lugar y eso llevará a una competencia por el uso de los recursos”, comenta.
Pone de ejemplo el uso del televisor. Si solo hay uno, seguro habrá una alternancia para que todos tengan acceso a él. Sin embargo, el manejo de las emociones es más complejo, ya que los mecanismos que tenemos para vincularnos con unas personas no funcionan para hacerlo con otras.
Antes, las tensiones surgidas en un lado se podían disipar en otro lugar, pero no éramos tan conscientes de eso. Así, muchas
parejas evitaban los conflictos familiares con alejamiento o distanciamiento. Cuando había tensión salían a la calle a dar una vuelta o a conversar con otros. Así, al regresar, la tensión ya había disipada.
Con la emergencia sanitaria, ya no existe ese mecanismo y por eso es tan importante el manejo del conflicto, procesarlo y asumir que no será fácil, pero que sí se puede.
¿Somos los mismos?
Claro que no. Al menos no todo el tiempo, afirma el experto del Instituto de Salud Mental.
“Creo que en este confinamiento obligatorio las personas están descubriendo con quiénes viven, que no eran solo aquello que mostraban en los espacios y tiempos compartidos. Que había también otras formas de ser, estar; tener distintos estados emocionales. Muchos nunca habían visto a las personas con las que viven de manera triste, enojada o tal vez
agobiada o angustiada. Ahora pueden hacerlo”.
Entonces lo primero es asumir y aceptar que las personas podemos variar y tenemos diferentes estados que no todos conocen.
“Por ejemplo, los niños ya no están solo a disposición de sus padres y hermanos cuando están en casa. Allí aparece la figura del profesor que les está pidiendo concentración o que hagan algo. De igual modo, si el papá era visto al regresar del trabajo, ahora está allí, trabajando, pero, tal vez, no con la misma receptividad o disposición para los otros miembros de la familia. Lo mismo ocurre con la mamá, que ahora está presente, pero está atendiendo otras actividades. Todo eso genera una cierta confusión”.
Lo que está ocurriendo, explica, es una reorganización de todo y hay que adaptarse para poder convivir de mejor manera.
Sostiene que la recomendación básica es ponerse en lugar del otro, respetar al otro. Pero también trabajar en la organizarnos de roles que cada uno cumple en el hogar. Es importante también la organización del espacio. Establecer turnos para su uso, sobre todo si es escaso.
Llame a sus amigos
El especialista advirtió que cuando las familias se mantienen muy cerradas, las relaciones se van haciendo un poco tóxicas, solitarias. Que es necesario y sano dar cabida a otros.
“Es importante hacer entrar a los otros a través de las redes. Toda persona no solo debe estar vinculada a su familia. Tiene que establecer vínculos con los amigos, compañeros de trabajo, de la escuela. Cuando hay un grupo muy cerrado este se convierte en una institución total y totalitaria. Allí se da una lucha por el poder”.
Para evitarlas, sugiere ayudar a que las personas gestionen sus vínculos con otras personas, con terceros para diversificar sus emociones.
“El conflicto en sí no es el problema. El problema es cuando se busca resolver el conflicto con métodos de sometimiento, dominación, abuso de poder”.
Comentó que muchas familias estaban ya muy fragmentadas antes del confinamiento, con mucha desconfianzas entre sus miembros, pero debido al confinamiento se han rencontrado y han
restablecido sus vínculos, los han fortalecido.
“Para las familias con conflictos más estructurales es importante plantear la idea de la tregua. Hay cosas que no se ha podido resolver antes, en tiempos regulares, y ahora será más difícil hacerlo.
Comentó que existen muchas formas de reorganizarse al interior de las familias: algunas parejas han tomado la decisión de separarse, algunos hijos, con cierta autonomía, han decidido alejarse. Cada familia debe encontrar su punto de equilibrio y para eso deben conversar y hacer acuerdos.
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(FIN) KGR/RRC
Published: 6/19/2020