La Dirección de Redes Integradas de Salud (Diris) Lima Centro del Ministerio de Salud (Minsa) continúa fortaleciendo los Hogares Protegidos, un servicio comunitario esencial de la innovación de salud mental que ofrece alojamiento, acompañamiento integral y oportunidades de autonomía a personas con trastornos mentales severos sin soporte familiar.
En estos espacios, hombres y mujeres que enfrentaron largos períodos de hospitalización psiquiátrica, o situaciones de abandono, encuentran un entorno seguro que promueve su dignidad, independencia y proyecto de vida.
Cada hogar puede acoger hasta ocho residentes y está orientado a personas entre 18 y 65 años con diagnóstico de trastorno mental severo o discapacidad psicosocial, derivadas desde los Centros de Salud Mental Comunitaria u hospitales especializados.
Actualmente, la Diris Lima Centro cuenta con dos hogares: uno para mujeres en Pueblo Libre y otro para varones en San Luis. En ambos, alrededor del 70 % de las personas alojadas vive con esquizofrenia, mientras que el 30 % presenta otros diagnósticos, como trastorno bipolar, demencia o depresión severa.
Estas cifras reflejan la realidad de la red comunitaria: entre enero y octubre, los Centros de Salud Mental Comunitaria de la jurisdicción atendieron a cerca de 400 personas con esquizofrenia.
En ese sentido, la directora general de la Diris Lima Centro, Karina Colmenares, destacó que los Hogares Protegidos cumplen un rol esencial en la reinserción social.
“Brindamos alojamiento, alimentación, vestimenta y actividades que fortalecen su autonomía, integración comunitaria y bienestar. Nuestro propósito es acompañarlas en la recuperación de habilidades que les permitan desenvolverse con independencia y retomar su proyecto de vida. Invitamos a las instituciones a sumarse a este esfuerzo, que busca asegurar una atención humana, de calidad y basada en el trabajo articulado”, señaló.
Acompañamiento integral y habilidades para la vida diaria
En el Hogar Protegido de Mujeres de Pueblo Libre, técnicas en enfermería acompañan a las residentes en actividades cotidianas como movilizarse en transporte público, preparar alimentos, organizar sus pertenencias, acceder a servicios de salud, así como retomar estudios o actividades laborales. Este acompañamiento progresivo les permite desarrollar confianza, autocuidado y habilidades sociales.
Testimonios
El impacto del programa se evidencia en historias como la de Paolita -que así la llamaremos en esta nota- quien vive con esquizofrenia paranoide a sus 63 años, pero ha encontrado estabilidad tras cinco años en el Hogar Protegido.
“Aquí me siento muy feliz”, resume, reflejando cómo el acompañamiento continuo le ha permitido recuperar tranquilidad y sentido de comunidad.
En esta misma casa comparten su día a día Viviana, Cecilia, Roxana y Vanessa, mujeres que también encontraron en este espacio un soporte que reemplaza la red familiar perdida. Juntas fortalecen habilidades para la vida diaria y reconstruyen sus vínculos sociales en un entorno afectivo y seguro.