No tuvieron tiempo de reunir víveres ni agua y menos de tapiar ventanas: los residentes del noroeste de Florida sabían que recibirían lluvia y viento, pero no estaban preparados para el azote directo de Sally y menos como un huracán de categoría 2.
Muchos no tapiaron las ventanas, no colocaron sacos de arena frente a las puertas, no se aprovisionaron de víveres ni agua y pasaron -con muy poco aviso previo- una tormenta que los dejó sin luz ni agua, con las calles anegadas, las casas inundadas e innumerables árboles caídos.
Luego de que los pronósticos iniciales lo colocaran en el sur de Estados Unidos, Sally viró bruscamente hacia el este y ganó intensidad poco antes de tocar tierra la noche del martes en la frontera entre Alabama y el noroeste de Florida.
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David Triana, un residente de Navarre, cerca de Pensacola, cuenta que ni él ni sus vecinos consideraron tapiar las ventanas con "plywood", los tablones de madera enchapada, ni "shutters", unos acordeones metálicos que protegen las aberturas.
Nadie lo esperaba
"Nadie estaba preparado para un categoría dos", dice a la AFP el hombre de 57 años. "Nadie puso plywood ni shutters, pues no se esperaba que subiera a categoría 2".
Hasta entrada la noche, aún parecía que tocaría tierra al oeste de Mobile, Alabama. Pero pegó al este, en Gulf Shores, entre Mobile y Pensacola, con vientos máximos sostenidos de cerca de 170 km/h.
Aún bajo la tormenta este miércoles, los residentes compartían imágenes que mostraban los coches hundidos hasta las ventanas y la marejada entrando furiosamente a las calles durante la noche.
"Me sorprendí de encontrarnos de golpe dentro del huracán", cuenta Jeff Gardner, quien vive en Pensacola con su esposa y su hijo de dos años.
"Era como una ráfaga de viento constante durante toda la noche. Muchos escombros. Ramas de árboles golpeaban el techo de la casa", dice el hombre de 47 años.
Recuerdos de Iván
Gardner agradece que tiene suficiente agua y comida, aunque, sin electricidad ni agua, la situación "no es cómoda". "Me gustaría haber hecho las cosas diferente", dice a la AFP. "Subestimamos el poder de la tormenta y el hecho de que podía venir directo a Pensacola".
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Y, con el temor de que un tornado golpeara el área en medio de la noche, "uno se queda allí sentado preguntándose si su casa está a punto de ser destrozada". "Hubo momentos en que sabía que estábamos en la pared del ojo de la tormenta", añade.
La vivienda de Triana tampoco sufrió daños, pero él también recuerda haber pasado horas angustiantes en la oscuridad. "Como a las 10 de la noche o algo así, que viró un poco más hacia el este, empecé a orar para que no se rompieran ventanas o la doble puerta que sale al patio", dice.
Triana tiene experiencia. En octubre de 2018 vivió el huracán Michael, que pegó en la misma región -un poco más al este- cuando entró con categoría 5, luego de intensificarse horas antes de tocar tierra.
Pero Sally le recuerda a Iván, un poderoso huracán que también impactó Gulf Shores hace exactamente 16 años, el 16 de septiembre de 2004, como un huracán de categoría 3 con vientos de 193 Km/hora.
En esa ocasión, la gente tuvo tres o cuatro días para prepararse y él desalojó su casa dos días antes. Esta vez, en cambio, todo fue muy repentino.