Nuestras emociones, sean positivas o negativas, se manifiestan a través del corazón. Ellas aceleran sus latidos o pueden detenerlo para siempre. Con los corazones trasplantados ocurre lo mismo. Ellos también son un canal de expresión de las emociones de sus nuevos dueños.
Sin embargo, existen testimonios de personas
trasplantadas según los cuales se volvieron más sensibles desde que recibieron el corazón nuevo. ¿Es posible? ¿Un hombre puede sentir que ama más a su pareja después de esa operación?
No existe evidencia científica que demuestre que la persona que recibe el corazón de un donante empiece a manifestar emociones distintas a las que sentía, afirma Walter Alarco León, encargado de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca y Trasplante del
Incor-EsSalud.
En diálogo con la Agencia Andina, el cardiólogo explica que desde el punto de vista orgánico las emociones se revelan a través del corazón gracias a la adrenalina, una de las hormonas más antiguas que tiene el ser humano y que produce el cerebro.
“El corazón tiene receptores para adrenalina, y por eso actúa ante la ansiedad, el miedo, la alegría o el amor. Acelera sus latidos, se contrae, produce un dolor fuerte en el pecho o provoca hasta falta de aire si la persona tiene un ataque de pánico”, comenta.
Pero “los órganos son lo que son sus dueños”, advierte Alarco León, y no descarta que un corazón trasplantado pueda conservar las emociones de su anterior dueño. "Es difícil de explicar esto. El hecho de no estar investigado no quiere decir que no ocurra. Hay testimonios, pero aún no hay estudios”.
Sensible y solidario
Hace tres años a César Gómez Juárez, de 51 años, le trasplantaron el corazón de un joven. El 18 de febrero cumplirá ese aniversario, y confiesa que desde el inicio no sintió que fuera ajeno, pero notó algunos cambios.
“Yo era muy práctico, poco sensible. Ahora lloro hasta cuando alguien también llora. Pero también siento más alegrías, le presto más atención a la gente que tiene problemas. Seguro, por la experiencia difícil que viví valoro más muchas cosas, y mis hijos también lo reconocen”.
Nuevo corazón, nueva vida
En cambio, Cristina Milagros García Ramos, de 23 años, otra beneficiada con un trasplante de corazón, desea concluir metas, proyectos, realizar viajes o divertirse en conciertos, pues ha tomado conciencia de que la vida es una y ya no dejará pasar nada.
“Siento que quiero trascender, como un homenaje a la persona que me
donó su corazón, porque gracias a ella estoy viva. Agradezco mucho a su familia que lo permitió.
Antes no tenía metas, ahora sí”, cuenta.
Según Alarco León pueden existir factores concomitantes que contribuyen a generar esos cambios, tanto por el propio corazón nuevo y de quién fue, como por los efectos que tiene en la vida del paciente el proceso de procura, tratamiento y recuperación hospitalaria.
Cuestión de amor
Entonces, ¿uno ama con el corazón o con el cerebro? Para cuestiones del amor, afirma el especialista, uno ama con el corazón, no con el cerebro. Por lo tanto -anota-, una persona que recibe un corazón nuevo va a amar según su experiencia personal y posiblemente de acuerdo con la historia de ese corazón. “Por qué negarlo, no hay cómo negarlo o aceptarlo”.
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(FIN) SMS/RRC
GRM
Publicado: 13/2/2018