Carlos Bustamante Monteverde, uno de los científicos peruanos más reconocidos en el mundo, señala que el coronavirus (covid-19) ha servido para tomar conciencia de que la naturaleza no está al servicio de la humanidad y que, a partir de esta pandemia, tiene que haber un antes y un después en el mundo.
Autor de numerosas publicaciones científicas sobre biología molecular y biofísica, Bustamante se formó en las aulas de la Universidad Peruana Cayetano Heredia y en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Luego estudió un Ph.D. en Biofísica en la Universidad de California, Berkeley.
Tuvo la idea de continuar su carrera profesional en el Perú, pero en la década de los 80 el panorama social y económico no eran favorables para continuar con su labor de investigador.
En 1982 fue profesor asistente del departamento de Química en la Universidad de Nuevo México y, paulatinamente, comenzó a fortalecer su capacidad de catedrático e investigador. Al paso de los años fue convocado por la
Universidad de California, Berkeley, donde actualmente labora en el campo de la biología molecular y biofísica.
Uno de sus más grandes hallazgos fue, junto a su equipo de investigación, demostrar experimentalmente la posibilidad de manipular mecánicamente una sola molécula de ADN. Esos y otros conocimientos los trasladaba a nuestro país, a donde venía permanentemente para asistir al
Encuentro Científico Internacional (ECI) y otros espacios académicos.
Los llamados
“laboratorios gemelos”, impulsados por este científico junto a su colega Marcos Milla, siguen en marcha.
“Hay científicos peruanos que están a cargo de reconocidos laboratorios que pueden ser replicados en el Perú, para lo cual se requiere el interés de universidades locales. Ya lo hicimos con la Universidad Cayetano Heredia. De modo que nuestro país pueda contar con espacios de investigación del primer mundo”, explicó en declaraciones a la publicación científica
Vida y Futuro.
Hace ocho años, usted me dijo que era esencial la intervención del Estado para fomentar la ciencia y tecnología en el país. Textualmente precisó: “Tenemos que tomar la decisión de querer ser una nación moderna para luego no decir que tuvimos una burbuja entre el año 2000 y 2020”. ¿Nos quedamos en la burbuja?
En estas dos últimas décadas hubo importantes avances en cuanto al apoyo a la ciencia y tecnología por parte de los gobiernos, aunque con ciertos altibajos. Lo importante es que se comprendió y entendió, por ejemplo, la importancia de preparar cuadros de científicos. Ciertamente se pudo hacer más y la actual coyuntura en la que nos encontramos por la pandemia se podrá hacer un balance para conocer qué no se hizo bien.
Pese al desarrollo de los países del primer mundo la pandemia puso en evidencia una serie de falencias. ¿Cuáles mencionaría?
A todos nos tomó por sorpresa (países desarrollados y en vías de desarrollo), porque la última pandemia que tuvimos con estas características fue hace exactamente 102 años, después de la Primera Guerra Mundial. Los países en general se olvidaron de la posibilidad de que esto podía pasar. Ningún gobierno puede hacer un mea culpa aisladamente.
En Estados Unidos estuvimos exactamente en lo mismo. Si bien tiene una infraestructura de salud fuerte, aun así no estaba preparada, por ejemplo, para la alta demanda de respiradores y, en un principio, faltaban kits para diagnósticos rápidos.
Mientras en el caso peruano se carece de una infraestructura para adaptarnos al nuevo patógeno y desarrollar rápidamente los marcadores que nos permitan hacer las pruebas rápidas. También la población no estaba preparada para entender una pandemia de este tipo. Y nuestra infraestructura de salud fue rebasada en su capacidad para enfrentar este tipo de situaciones.
Debo mencionar que el gobierno peruano fue uno de los primeros en tomar las primeras medidas adecuadas sobre el resto de los países de la región, pero desgraciadamente nuestros hospitales colapsaron.
A propósito de su experiencia en biología molecular, ¿qué podríamos obtener de manera más rápida: un medicamento o una vacuna?
Es difícil precisarlo. El asunto de un medicamento que funcione como antiviral es un fenómeno de prueba y error, mientras el desarrollo de una vacuna representa todo un mecanismo bien establecido para la generación de nuevos anticuerpos. Hay compañías y laboratorios en EE. UU. y de Europa que están haciendo compuestos químicos para ver si alguno de ellos, reitero, algunos de ellos, tengan actividad antiviral, pero este tipo de búsqueda de un medicamento es ciega. En otras palabras, uno es un proceso de prueba y error y el otro es un proceso bien racional. ¿Qué tendremos primero? No lo sabemos. Es necesario usar ambas estrategias.
Es impresionante cómo este virus ( SARS CoV-2) se réplica en las células humanas.
Para la replicación (reproducción) del virus, por ejemplo, es posible imaginar que existen moléculas que bloqueen estas enzimas y así detenga el ciclo reproductivo del virus. Para ello se puede usar el proceso de prueba y error, pero también se puede hacer una “búsqueda racional”, que significa conocer la estructura de algunas de estas enzimas, ver dónde se encuentran su sitio activo y conocer si es que la forma de una determinada molécula podría unirse a este sitio activo para bloquearla. Esto es una técnica que se usa en biología estructural o molecular; entonces, así sabremos también si este compuesto se une con suficiente actividad a la enzima como para bloquearla.
Pero tener todo ese conocimiento también toma su tiempo.
Por supuesto, porque después de varios procesos debemos saber si las moléculas que se encuentren quizás no ser permeables, a través de la membrana celular, es decir, le damos el compuesto al paciente y estos al final no ingresan a los tejidos. Hay una serie de problemas que hay que tomar en consideración en la búsqueda de una molécula que evite la replicación viral.
El debate sobre la importancia del desarrollo de las ciencias básicas y aplicadas en el Perú. ¿Usted tiene una posición firme al respecto?
El problema de esta discusión entre las ciencias básicas y aplicadas es clásico en un país que cada vez tienen que iniciar o refundar su estrategia de investigación científica. El argumento de los que están a favor de desarrollar fundamentalmente ciencia aplicada en el Perú es que es un país en vías de desarrollo. No tiene tanto dinero y toda la investigación se tiene que hacer con fines prácticos para resolver problemas específicos.
El argumento de los que están a favor de la investigación pura es que para educar a científicos que se dedicarán a resolver problemas con ciencia aplicada solo se puede hacer si existen científicos que estén haciendo ciencia pura, porque manejan todos los conceptos y están al borde del conocimiento.
Es una dicotomía un poco artificial porque creo que ambas pueden convivir. Es el punto de vista que tengo. En un país como el nuestro uno se encuentra con burócratas que no tienen necesariamente conocimiento científico y nunca se han parado en una mesa de laboratorios y emiten opiniones que no corresponde a la realidad.
En un principio se criticó al Gobierno que entre sus asesores no había científicos. ¿Cuál es su opinión?
Lo que le puedo decir es que a mí me ha contacto el
Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec) para participar en un proceso rápido de evaluación de generación de pruebas de diagnóstico que forma parte de un programa más global para presentar al país una mejor estrategia de cómo enfrentar la pandemia desde el punto de vista epidemiológico, biomolecular, químico y otros.
Quizás no se ha visibilizado tanto esta experiencia, pero creo que la gente que estaba a cargo de este tipo de respuesta ante la pandemia se ha puesto a trabajar. Y ahora están en un segundo concurso para buscar desarrollar nuevas capacidades en el Perú.
Para continuar con el desarrollo de estas capacidades, ¿es necesario que en un mediano plazo crear un Ministerio de Ciencia y Tecnología?
La idea suena bien y es reconfortante, y hasta podría ser considerada una gran idea, pero más allá de ello es que el país se comprometa a decir que el desarrollo de la ciencia y tecnología tiene una importancia estratégica o nacional. Esto debe de trascender los diferentes gobiernos. Eso es más importante. Que nos pongamos de acuerdo como sociedad y el país pueda destinar dinero de las arcas del Estado al desarrollo del capital humano para hacer investigación en mejores condiciones, así como repatriar a los nuevos científicos peruanos en el extranjero. La idea del ministerio puede ser negativa cuando este tipo de instituciones se convierte en un enjambre burocrático, es decir, tenemos el hardware y no el software. De ser así, se puede terminar teniendo un edificio más.
¿La nueva pandemia evidencia que la ciencia debería ser una política de Estado?
Debería ser una política de Estado si consideramos además que otros países en Latinoamérica lo están haciendo. Eso es estratégico. No nos conviene quedarnos atrás. Enfatizaría que los partidos políticos como parte de su campaña electoral acuerden que la ciencia es una política de Estado. Y este es un buen momento para hacerlo. En esta situación nos hemos dado cuente que la naturaleza que nos rodea en el país no está a nuestro servicio, tal como lo creíamos.
Esto es una lección mundial, incluso para los Estados Unidos. Hemos aprendido que no dominamos la naturaleza. La naturaleza no está a nuestro servicio. Imagínese que una partícula pequeña de unos 60 nanómetros puede destruir toda la estabilidad económica del planeta en el lapso de dos meses. Tiene que haber un mundo antes y después de la covid-19.
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