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Puno celebra declaratoria de Patrimonio Cultural de la Nación a danza Unucajas de Azángaro

Se escenifica en la fiesta de carnaval de dicha provincia

Puno celebra declaratoria de Patrimonio de la Nación a la danza Unucajas de Azángaro. Foto: elaltiplano.com

Puno celebra declaratoria de Patrimonio de la Nación a la danza Unucajas de Azángaro. Foto: elaltiplano.com

09:19 | Lima, nov. 15.

El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación a la danza Unucajas de la provincia de Azángaro, región Puno, un baile tradicional que se escenifica durante la fiesta de carnaval en dicha jurisdicción.

Así lo indica la Resolución Viceministerial N° 210-2019-VMPCIC-MC, publicada hoy en el boletín de Normas Legales del Diario Oficial El Peruano, que resalta, además, que la danza tiene un valor identitario para Azángaro porque está inscrito en la historia de lucha y resistencia cultural de ese pueblo.

La representación de la danza Unucajas “está profundamente asociada con la renovación del ciclo vital a nivel social y agrícola, y que su actual diferenciación con relación a otras danzas de carnavales responde a un proceso de fortalecimiento de la identidad local”, subraya la norma.


En la resolución se encarga a la Dirección de Patrimonio Inmaterial, en coordinación con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Puno y la comunidad de portadores, la elaboración cada cinco años de un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada, de modo que el registro institucional pueda ser actualizado en cuanto a los cambios producidos en la manifestación, los riesgos que pudiesen surgir en su vigencia, y otros aspectos relevantes, a efectos de realizar el seguimiento institucional de su desenvolvimiento y salvaguardia, de ser el caso.

Aporte a la identidad cultural de Azángaro


En los considerandos de la norma el Ministerio de Cultura expone los sustentos de esta declaratoria. Afirma, por ejemplo, que la danza Unucajas de Azángaro es una danza de carnaval cuyo núcleo de representación está en los distritos de Azángaro, Asillo y San José, que concentran los conjuntos de mayor antigüedad. También se han identificado conjuntos de unucajas en los distritos de José Domingo Choquehuanca, San Juan de Salinas, San Antón y Tirapata.

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Respecto a los contextos festivos de representación de la danza, éstos son la Fiesta de San Sebastián del 20 de enero, o carnaval chico, y la semana de carnavales que tiene lugar de forma posterior entre los meses de febrero y marzo.

Además de éstos, la danza unucajas también es representada en una variedad de concursos de danzas tradicionales de alcance distrital, provincial y regional; por tanto, puede afirmarse que la danza unucajas de Azángaro es emblemática no sólo del distrito sino también de la provincia de Azángaro en su conjunto.

El Ministerio de Cultura resalta que llama la atención la presencia de elementos compartidos en cuanto a vestuario e implementos, secciones coreográficas o rituales, y personajes entre la danza unucajas y otras danzas de carnavales como las wifalas a nivel provincial.

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Al respecto, resulta importante considerar el trabajo de dos investigadores de la cultura tradicional puneña; por un lado, el escritor azangarino Lizandro Luna quien, en el transcurso de la primera mitad del siglo XX, diferenció dos clases de wifalas. Primero, la wifala de chaco, wifala campesina o puna wifala, cuya ejecución implicaba el uso de un pinquillo de cinco ori? cios como instrumento melódico, y de un tambor llamado unu-caja como instrumento rítmico. Y segundo, la wifala de kaqcha o la llaqta wifala, idéntica en coreografía, pero diferente en vestimenta y música.

Que, por otro lado, el trabajo de Virgilio Palacios quien a propósito de las danzas de wifalas en la provincia de Azángaro y de la danza unucajas de Azángaro, indica que esta última tiene también las características de las wifalas y que la denominación como unucajas responde a la intención de destacar el uso de este membranófono.


Del mismo modo, este autor hizo una transcripción sistemática de las melodías de danzas de wifalas y unucajas en la provincia de Azángaro, encontrándose algunas semejanzas. En ese sentido, es posible señalar que la danza unucajas de Azángaro, como se conoce hoy en día, es una variante específica de la danza wifala.

Sobre la música


La ejecución de la música que acompaña esta danza se realiza con dos instrumentos: pinquillo y unucaja. El pinquillo o pinkillo como instrumento melódico, es un aerófono hecho con un trozo de caña hueca y madura de 45 a 48 centímetros de largo con 5 orificios frontales, así como una boquilla tallada y un tapón o tapadero que recubre el agujero superior del instrumento para dar forma al canal de insuflación.

Así, al soplar, el intérprete es capaz de ejecutar una escala pentatónica no temperada. Tradicionalmente, los pinquillos eran fabricados en las mismas comunidades donde se practicaba la danza, siguiendo un proceso que implicaba pedir permiso a la tierra para cortar las cañas a emplear. No obstante, hoy en día también se observan conjuntos que adquieren los instrumentos ya hechos en Juliaca por el bajo precio y facilidad que esto representa. Debido a estos cambios, también es posible encontrar el uso de pinquillos de 6 orificios.

Agrega que el unucaja, también conocido localmente como tinti, caja o tambora, es el instrumento de percusión que distingue y da nombre a la danza en cuestión. El nombre unucaja viene del vocablo quechua unu que significa agua, traduciéndose como caja de agua, lo que responde a la costumbre de humedecer el parche superior con agua para conferirle una sonoridad distintiva.

Se trata de un pequeño membranófono hecho con cuero de ovino y cuyo cuerpo está hecho con madera de árbol, triplay o latón. Los parches de cuero se sujetan al cuerpo del instrumento con pasadores del mismo material, y que sirven para templar el unucaja. Asimismo, el parche inferior es atravesado por una pequeña cuerda o bordón que lleva incrustada pequeños palitos, los que le otorgan una resonancia distintiva cada vez que se tañe el instrumento.

El Ministerio de Cultura precisa que en el Mapa de Instrumentos Musicales de Uso Popular en el Perú se identificó el uso de este instrumento en Azángaro y Melgar con los nombres de unu tinya o unu caja. En la misma fuente se indica que su cuerpo está hecho de barro cocido de 13 centímetros de diámetro y 13 centímetros de altura, aunque este material parece no seguir siendo usado hoy en día.

Asimismo, la misma fuente también identificó el uso de un instrumento similar en Huancané y Sandia denominado uno tambora, uno tambor o tambora, distinguible del anterior por tener un diámetro menor a su profundidad, pero mostrando la misma costumbre de humedecer un parche antes de percutirlo.

Los músicos que interpretan los pinquillos y unucajas están integrados a la comparsa de danzantes, por lo que llevan el mismo vestuario y pueden variar en número según el contexto y la modalidad de representación. Así, éstos pueden pasar de una docena de ejecutantes en contextos tradicionales vinculados a carnavales y la celebración de las cosechas, hasta cerca de un centenar de músicos cuando la danza se representa en el marco de concursos de danzas. Cabe señalar que, solamente los varones pueden ejecutar los instrumentos musicales aquí descritos.

Vestuario de los danzantes


El vestuario de los integrantes masculinos de la comparsa consiste en un pantalón de bayeta blanca, remangado hasta la altura de las pantorrillas, y sujetado por una faja o chumpi hecha con lana de ovino y que incluye motivos de aves, animales domésticos y plantas silvestres. Sobre el torso se porta una camisa y encima se lleva un saco negro confeccionado con lana de ovino. Sobre éste se ata, atravesada sobre la espalda y el cuerpo, una manta o lliclla y dos hondas o warakas adornadas con borlas de lana blanca. Además de estos elementos, los varones portan banderas blancas y un sombrero blanco de lana, adornado con una cinta blanca o negra dependiendo del estado civil de quien lo lleva.

El vestuario de las mujeres comprende un conjunto de polleras de diferentes colores. La primera pollera se denomina phalina o phistuna, va ceñida al cuerpo y es negra. Sobre ésta va una pollera verde que alcanza hasta las rodillas y encima de ésta una tercera pollera roja, si bien los colores pueden variar. Sobre el torso llevan una blusa de lana de color entero que hace juego con las polleras, y que puede estar bordada. Al igual que los varones, las mujeres también llevan cruzada sobre el pecho una lliclla o manta, así como dos warakas u hondas con adornos de borlas de lana blanca. Pero a diferencia de los varones, las mujeres no llevan sombrero sino una montera ovalada de bayeta, a cuyos bordes van cosidos unos fragmentos de tela que caen en los laterales del rostro, y que cumplen una función estética y de protección ante el sol.

Comparsas y personajes


Además de los danzantes y músicos, las comparsas de unucajas incluyen la presencia del personaje conocido como puqllay machu, el cual anuncia el inicio de los festejos de carnavales haciendo su aparición en los campos de cultivo de las comunidades de Azángaro. Quien personificará al puqllay machu es escogido antes de la Fiesta de San Sebastián, debiendo pasar por un ritual en casa del correspondiente alferado para convertirse en el personaje.

En este ritual las autoridades, compadres y amigos pasan la noche hasta el amanecer en compañía del puqllay machu, momento en que se impide que salga de su dormitorio a ? n de propiciar su contacto con la Pachamama.

En términos de vestuario, éste viste enteramente de blanco, con una faja o chumpi en la cintura, abundante serpentina y hierbas como ornamentos, un sombrero grande de paja, una bolsa donde guarda hoja de coca y un poncho rojo. Además, lleva una bandera blanca, elemento que es común a todos los participantes de la danza unucajas, a excepción de los músicos, y que representa un símbolo de paz que sigue al conflicto. Adicionalmente, todos los hombres y las mujeres que participan en la representación de la danza, sea en contextos tradicionales como en contextos de concurso y competencia, van sin calzado.

La coreografía de la danza se compone de diferentes mudanzas que son representadas de acuerdo con los días de celebración de los carnavales. La primera de éstas es el llamado t’ikachasqa, en que los danzantes de unucajas ingresan a los campos de cultivo para hacer el recojo de flores y, especialmente, de la flor representativa de Azángaro conocida como sunila. Esto con el fin de adornar los sombreros y monteras de los danzantes, en especial las monteras de las mujeres, así como las viviendas.

Luego del t’ikachasqa se realiza el chaku apaycuy, acción ritual en que las comparsas de unucajas hacen entrega a las autoridades locales de los frutos de las primeras cosechas, así como algunos animales silvestres, lo que representa simbólicamente el agradecimiento a la naturaleza por la abundancia y diversidad que proporciona. A su vez, las autoridades retribuyen estos obsequios a las comparsas con serpentinas, hojas de coca y bebidas. Luego, por la tarde, los animales son liberados a fin de que puedan regresar a su hábitat.

El día de lunes carnaval, las comparsas de unucajas realizan el señalakuy o señalasqa, en que los danzantes agrupan al ganado para señalarlos o marcarlos con tintes hechos a base de hierbas silvestres. El momento es propicio para que los padres entreguen cabezas de ganado a las parejas que están por contraer matrimonio.

El día de martes de carnaval se realiza el tarukaschay, consistente en la evocación de la caza del venado por parte de los danzantes varones, y que cumple dos funciones simbólicas: Primero, ahuyentar ritualmente a los venados en tanto representan una amenaza a las cosechas y, segundo, demostrar fortaleza y valor con el fin de impresionar a las jóvenes.

El día de miércoles de ceniza se representa la denominada anteguerra o mak’anakuy, en que dos danzantes varones miden fuerzas, mientras que las mujeres se mantienen bailando alrededor para evitar que alguno de ellos escape. Luego de esto se representa la sección conocida como guerra, en la que un danzante varón coloca su pierna sobre una piedra y recibe latigazos de la danzante mujer a quien pretende, no debiendo mostrar señales de dolor a fin de obtener su preferencia.

En otras descripciones, los jóvenes varones se enfrentan lanzándose latigazos a las piernas para demostrar su valor. En ambas situaciones, la danza funciona como una estrategia ritual de cortejo entre los jóvenes de cada localidad donde es representada la danza.

El cuarto día de los carnavales o jueves carnaval se hace el taripakuy, en que una pareja de novios visita a sus futuros padrinos con la compañía de la comparsa de unucajas, a ? n de comprometerlos de manera oficial para la boda próxima. A partir de ese día empiezan a realizarse los kacharpariy o despedidas del carnaval, contando para ello con la participación del puqllay machu. Éste hace un pronóstico del clima próximo con relación a las cosechas, así como la fecha de inicio de las próximas ? estas de carnaval y el calendario de trabajo para los campos de cultivo. La representación de la danza unucajas culmina el domingo de tentación o amargura, habiendo propiciado la fertilidad de las cosechas y de las personas jóvenes de la comunidad.

Por último, manifiesta que varios de estos momentos son convertidos en figuras coreográficas fijas para su representación en concursos. Esto se da con el t’ikachaskay, el tarukaschay, el señalakuy o señalasqa, la anteguerra y la guerra, y el kacharpariy.

La norma es rubricada por la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales del Ministerio de Cultura, María Elena Córdova.

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(FIN) MAO

Publicado: 15/11/2019