Los representantes de los 196 países presentes en la conferencia del clima de Marrakech (COP22) cierran este viernes la cumbre dispuestos a avanzar en sus negociaciones, sin dejarse intimidar por la volátil situación política de Estados Unidos tras la elección del republicano Donald Trump.
Hace un año la comunidad internacional aprobó la declaración más firme alcanzada hasta ahora contra el cambio climático, conocida como el Acuerdo de París, y en esta Conferencia de Marrakech empezaron las complejas negociaciones para implementarlo.
Para este ambicioso acuerdo, que fuerza a las naciones a supervisar mutuamente sus esfuerzos contra el cambio climático, se ha necesitado más de una década de negociaciones.
Ahora los países firmantes no parecen dispuestos a echarse atrás, sea cual sea la decisión de Trump, que ha dicho públicamente que no cree en el fenómeno del cambio climático.
Las negociaciones se dividen en numerosos capítulos, principalmente financiación, transparencia (control mutuo) y transferencia de tecnología.
El ritmo negociador es lento y abierto en todos los frentes, como ha sucedido habitualmente en las grandes citas de la ONU sobre el clima.
Nada está cerrado hasta que todo está concluido, reiteran los negociadores y las organizaciones no gubernamentales.
"Pedimos el máximo compromiso político para combatir el cambio climático, una prioridad urgente", proclamaron los 196 países asistentes en una declaración solemne el jueves.
"Nadie quería ir al enfrentamiento aquí, los debates han sido constructivos, pero también algo caóticos y queda mucho por hacer", explicó anónimamente a la AFP una fuente europea.
En el capítulo de la financiación, los países desarrollados se comprometieron a desembolsar 100.000 millones de dólares anualmente a partir de 2020.
Los países en desarrollo y en especial los más atrasados piden que esas ayudas se centren en la adaptación al cambio climático, lo que significa infraestructuras, como diques o canales para luchar contra las inundaciones, o planes de desarrollo agrícola contra las sequías.
Los países ricos siguen planteando que también hay que destinar fondos a lo que se denomina mitigación, es decir, a la progresiva extinción de los focos emisores de gases de efecto invernadero, como las centrales de carbón.
Esta semana, algunos países europeos, Japón y EEUU anunciaron inversiones para un Fondo de adaptación por 80 millones de dólares.
Una gota de agua frente a las necesidades de los países en desarrollo, que la ONU calcula que pueden llegar a superar fácilmente los 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020.
Si solo se comprometen 20.000 millones de dólares al año para las acciones de adaptación, como sugieren algunas fuentes, "eso será totalmente insuficiente", advirtió Liz Gallagher, de la ONG 3G.
"Hay que sobrepasar los estereotipos. Actualmente los países en desarrollo tienen las competencias suficientes, no son países totalmente desvalidos para construir proyectos", recordó el presidente de la COP22 a la prensa, el ministro marroquí Salaheddine Mezouar.
Pero también "hay que responder a las expectativas del sector financiero, en términos de reglamentación" añadió.
En cuanto a la transparencia, los países debaten la conveniencia de crear una institución o listado que recoja periódicamente las acciones de lucha contra el cambio climático de cada país.
AFP
Según el Acuerdo de París, los países deben presentar sus avances medioambientales cada cinco años. Pero antes hay que ponerse de acuerdo sobre los criterios científicos universales.
Antes de la conferencia de París de 2015, un número récord de países anunció por primera vez en la historia sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero hacia el horizonte 2030.
Pero la forma de contabilizar esas emisiones difiere de unas regiones a otras, o incluso entre países vecinos.