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Casa del Inca Garcilaso de la Vega en Cusco luce el Escudo Azul de la Unesco

Sede del Museo Histórico Regional es el primer inmueble de Cusco en recibir esta distinción de nivel mundial

La casa del Inca Garcilaso de la Vega, actualmente sede del Museo Histórico Regional de Cusco, se convirtió hoy en el primer monumento de dicha región que cuenta con el Escudo Azul de la Unesco, importante distintivo otorgado por el organismo internacional que lo reconoce como inmueble cultural con protección especial frente a cualquier amenaza de deterioro.

La casa del Inca Garcilaso de la Vega, actualmente sede del Museo Histórico Regional de Cusco, se convirtió hoy en el primer monumento de dicha región que cuenta con el Escudo Azul de la Unesco, importante distintivo otorgado por el organismo internacional que lo reconoce como inmueble cultural con protección especial frente a cualquier amenaza de deterioro.

01:15 | Cusco, may. 6.

La casa del Inca Garcilaso de la Vega, actualmente sede del Museo Histórico Regional de Cusco, se convirtió ayer en el primer monumento de dicha región que cuenta con el Escudo Azul de la Unesco, importante distintivo otorgado por el organismo internacional que lo reconoce como inmueble cultural con protección especial frente a cualquier amenaza de deterioro.

En la ceremonia virtual, en la que se emitió un video de la colocación del Escudo Azul en el frontis del predio declarado monumento histórico nacional en 1957, se informó que esta gestión fue realizada por las autoridades de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco del Ministerio de Cultura, iniciadas hace varios años, y que finalmente dieron como resultado que la región reciba, por primera vez, este emblema.


El otorgamiento del Escudo Azul a la Casa del Inca Garcilaso de la Vega y sede del Museo Histórico Regional de Cusco se realizó en el contexto del Mes Internacional de los Museos.

El Escudo Azul marca o señaliza monumentos arquitectónicos históricos reconocidos, que pueden brindar protección en caso de conflictos armados, desastres naturales, así como apoyo en situaciones posteriores a crisis. Este emblema tiene sus orígenes en la Convención de la Haya, llevada a cabo por Unesco en 1954.


En la ceremonia virtual participó Eduardo Ugarte y Chocano, encargado de la Sección Sur del Comité Peruano del Escudo Azul y presidente del Consejo Internacional de Museos (ICOM) sección Perú.

Asimismo, participaron Luis Martín Bogdanovich Mendoza, presidente del Comité Peruano del Escudo Azul; Carlos Del Águila, director de la Dirección General de Museos del Ministerio de Cultura; así como representantes de la Municipalidad de Cusco y autoridades locales.

Merecida distinción


El presidente del ICOM Perú destacó que el Escudo Azul de la Unesco ha sido otorgado con suma justicia a un emblemático inmueble donde vivió el primer peruano mestizo destacado, quien supo destacar lo autóctono y lo venido de Europa.


Refirió que Cusco se suma a las ciudades de Lima y Arequipa que también poseen monumentos distinguidos con el Escudo Azul. “En América solo existen tres países reconocidos con el Escudo Azul: Perú, Guatemala y Estados Unidos. Están en proceso Argentina y Chile”, precisó.

Ugarte adelantó que además de la Casa del Inca Garcilaso de la Vega y Museo Histórico Regional, las autoridades de Cusco han gestionado la obtención del Escudo Azul para el Palacio Municipal de la Ciudad Imperial.

El funcionario subrayó que el Escudo Azul protege a los monumentos que lo poseen la protección frente a situaciones amenazantes a su integridad como los conflictos armados, los desastres naturales, así como las acciones humanas que van desde el vandalismo callejero hasta las malas decisiones de las autoridades.


“El Escudo Azul indica que debemos conservar el monumento que lo ostenta y que, además, se encuentra en una calle valorizada del centro histórico del Cusco, declarado por la Unesco como patrimonio mundial. Ese sentido de pertenencia, ese orgullo de significa vivir, transitar y cuidar una ciudad valiosa nos hace ser mejores ciudadanos y ciudadanas”, enfatizó.  

El titular de ICOMOS Perú remarcó que junto con el emblema del Escudo Azul se coloca una placa que contiene un código QR que permite a quien lo capte y decodifique mediante su teléfono celular, descargar información sobre la historia e importancia del monumento distinguido y las razones por las que se le otorga el Escudo Azul.

Hito en la protección del patrimonio peruano


Por su parte, Carlos Del Águila, director de la Dirección General de Museos del Ministerio de Cultura, afirmó que el otorgamiento del Escudo Azul reviste importancia dado que la Casa del Inca Garcilaso de la Vega reúne varios componentes de importancia para merecer esta distinción de nivel mundial.

“Se trata de un hito histórico en el ámbito de la protección del patrimonio monumental. Se trata de un espacio que tiene varios componentes de importancia. Número uno, es la casa del inca Garcilaso de la Vega; número dos, es un espacio histórico; y número tres, es un museo. Estos tres componentes convierten a este lugar en un lugar emblemático. De hecho lo es y siempre lo ha sido”, puntualizó.


El funcionario agregó que en la actual coyuntura de pandemia, en la que se tuvo que experimentar la virtualidad para comunicarse, permitió adaptar iniciativas como los ‘museos abiertos’ cada primer domingo de mes, y allí destacó también el desempeño del Museo Histórico Regional de Cusco.

“El Museo Histórico Regional de Cusco ha marcado la pauta con iniciativas bastante creativas en torno al involucramiento de la población al mundo virtual. En ello felicito el trabajo de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco. Hay mucho entusiasmo y ganas de salir adelante en esta situación de crisis sanitaria”, subrayó.

Inmueble histórico


Wilbert Gamarra, del área funcional de museos de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco, refirió que la Casa del Inca Garcilaso de la Vega, ubicado en el cruce de las calles Garcilaso y Heladeros, en el centro histórico de la Ciudad Imperial, fue edificada sobre lo que fue una huaca inca, según relatan los cronistas españoles Bernabé Cobo y Polo de Ondegardo.

Ambos cronistas refieren que en ese espacio el inca Huayna Cápac soñó que una gran guerra se avecinaba, lo que ocurrió efectivamente con el enfrentamiento entre sus hijos Huáscar y Atahualpa, lo que marcó el fin del imperio incaico y facilitó la conquista española.

Instaurada la colonia y durante el reparto de solares, le fue asignado el predio al capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega, padre del inca Garcilaso de la Vega, quien vivió allí hasta la edad de 20 años, cuando viajó a España y no pudo regresar a su ciudad natal.


El funcionario recordó que tras el fallecimiento del padre del inca Garcilaso de la Vega, el inmueble pasó a manos de diferentes propietarios como Francisco de Valverde Maldonado (1625), Melchor Contreras (1660), Vasco de Valverde (1717) y otros más. 

En 1884 su propietario fue Juan de Santo Domingo y a inicios del siglo XX los intelectuales de la ciudad de Cusco inician gestiones ante las autoridades de la época para oficializar el reconocimiento de la vivienda como monumento nacional, considerando lo que representa como lugar de nacimiento del egregio escritor cusqueño. Este objetivo se logra en 1932 y en 1964 el gobierno de turno, a través del Ministerio de Educación, expropió el inmueble a la familia Luna Oblitas. 

Al pasar a manos del Estado, se le encarga al arquitecto Víctor Pimentel la restauración del predio y él rescata los patrones arquitectónicos que representan el sincretismo cultural evidenciado en las estructuras incas que forman la base de los cimientos sobre los cuales se erigió la casa de corte colonial. 

Culminado el proceso restaurativo en 1966, al año siguiente se dispone el funcionamiento en ese inmueble del Museo Histórico Regional de Cusco. Desde entonces se ha convertido en un ícono cultural de la Ciudad Imperial.

Destacó que la excelente ingeniería constructiva del predio le permitió resistir los terremotos de los años 1650, 1850 y 1986 que sacudieron la ciudad de Cusco.

Museo Histórico Regional


El museo alberga en sus ambientes de exhibición diversas colecciones, como la de Alfarería inca (Intermedio tardío) que presenta su producción en su máxima expresión, desde artefactos domésticos hasta ceremoniales, caracterizado por un estilo sobrio, con una decoración basada en diseños geométricos, antropomorfos, zoomorfos, fitomorfos, entre otros, en tonos de color marrón, sepia, rojo, negro, crema, anaranjado, morado y verdes, obteniendo una gama relativamente variada de combinaciones.


También está la colección Marcavalle, formada por fragmentos de alfarería, artefactos en hueso y líticos del horizonte temprano, producto de las investigaciones en la década de los noventas, con un destacado estudio del Dr. Jorge Yábar Moreno. Estos fragmentos indicarían una ocupación de 1000 años a.C. en nuestra región de Cusco, cuya sociedad desarrollaría diversas manifestaciones culturales con una tecnología ya establecida para su elaboración.

Asimismo, está la colección de microesculturas de Sacsayhuamán, descubiertas durante los trabajos de sondeo arqueológico en el Parque Arqueológico de Sacsayhuamán, a cargo del Patronato Departamental de Arqueología del Cusco, mediante el arqueólogo Alfredo Valencia. Allí se evidenciaron aproximadamente 300 fragmentos de microesculturas específicamente al pie de un muro ubicado hacia el norte de la explanada de la fortaleza inca.

La altura aproximada de estos fragmentos varía entre 1 a 2.5 centímetros de alto y los materiales utilizados para su elaboración fueron cuarzo hialino cristalizado, calcita, crisocola, ostras mineralizadas, roca caliza, talco serpentino entre otros.


Por su parte, la colección de Orfebrería y Metalistería evidencia que los orfebres incas tuvieron un gran manejo en la orfebrería y metalistería, desde la extracción del metal, su manipulación y elaboración de objetos preciosos en cuanto a su acabado y técnicas. En la sociedad inca se elaboraron diversos objetos en metal (básicamente oro, plata y cobre) ornamentales como tupus, alfileres, prendedores y pinzas, objetos de uso arquitectónico como las plomadas, así como objetos de guerra y ceremoniales. 

Otra colección es la dedicada a la civilización Wari, formada por objetos de alfarería, metal y líticos del desarrollo Wari en Cusco, cuyo centro de desarrollo fue Pikillaqta, a partir del año 530 d.C.

También destaca la colección de pinturas historiográficas. Desde finales del siglo XVI hasta las postrimerías del siglo XVIII los pintores de la Escuela Cusqueña, tuvieron dos etapas definidas: la primera fue eminentemente religiosa cuya función didáctica fue de primer orden y la segunda de temática más variada.

Finalmente, está la colección Tambo de Montero, que corresponde a la serie de pinturas historiográficas de la categoría Histórico Artístico del fondo pasivo del Museo Histórico Regional. Se trata de una serie conformada por cinco lienzos, pintada por el artista de la Escuela Cusqueña Juan Espinoza de los Monteros, donde cuatro de los lienzos representan escenas de la pasión de Cristo y uno basado en relatos de orden religioso del libro "Perú: Tradiciones Cuzqueñas" de la ilustre escritora cusqueña Clorinda Matto de Turner.

(FIN) LZD/MAO
JRA

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Publicado: 6/5/2021