Subrayó que los viajes tienen el propósito de despertar en las autoridades regionales el interés de preservar y recuperar los caudales ecológicos de los ríos, quebradas y lagos y, de este modo, promover el turismo sostenible y de aventura.
Recordó que los viajes se iniciaron en abril de 1996, cuando junto a su esposa Betty, que tenía una agencia de viajes, decidieron iniciar esta aventura con el apoyo de Euler Huamán Portocarrero, alcalde del distrito de Shanao.
“Los actuales balseros ancestrales, desde su primer viaje en septiembre del 2016, tienen propósitos mayores como es el de recuperar la tradición de los viajes en balsa que antiguamente se realizaban por los ríos Biavo, Sisa, Huayabamba, Mayo y el Huallaga, como medio de transporte, antes de que se construyeran las carreteras. Además que los viajes por vía aérea eran muy costosos”, puntualizó.
Historia
Desde el año 2016, un grupo de parientes y amigos se han organizado para recrear la experiencia de los viajes en balsa que se efectuaban desde tiempos inmemorables.
En el caso de la región San Martín, el eje de las cuencas era el río Huallaga, a la que se unían sus tributarios como son los ríos Mayo, Sisa, Huayabamba, Biavo y Ponaza, en cuyos valles existió una ganadería floreciente y se producían cultivos de gran demanda para los mercados nacional e internacional.
Recordemos que el algodón, tabaco, barbasco, cuyo mercado principal siempre había sido la lejana ciudad de Iquitos, se convirtió en un polo comercial por su dinámica, que fue bastante fuerte desde mediados del siglo XIX, cuando el caucho alcanzó sus mayores niveles de producción y comercialización e hicieron de Iquitos una ciudad de ensueño y floreciente, cuyo dinamismo rivalizaba con Lima.
Era normal que hasta la década de los años setenta del siglo pasado las balsas todavía siguieran siendo el medio de transporte fundamental para el transporte de carga y pasajeros por los ríos principales.
En el caso del río Huallaga, el tránsito de las balsas era parte del paisaje cotidiano y, a pesar de todo, nunca se perdió esa emoción de verlas navegar río abajo como si en ellas se fueran parte de nuestras vidas.
Los ganaderos del Huallaga Central, del Ponaza y Mayo llevaban sus ganados a Iquitos y era normal que armaran balsas de treinta y cinco topas y, en muchos casos, un solo ganadero era el patrón de cinco balsas y viajaba en una de ellas como si fuera la nave madrina desde donde vigilaba el curso de la travesía.
Sin embargo, el verdadero balsero no era ni el patrón ni los viajeros, siempre fueron los bogas; esos remeros curtidos por el tiempo y el soleado de los días, que se posesionaban de los remos de tiro y lo manejaban como si de sus fieros brazos salieran la potencia de sus músculos y sus piernas se templaban y parecían reventar ante cada impulso, especialmente cuando se trataba de vencer la fuerza de la corriente para esquivar un peligro y orientar la balsa y ponerla a tono con la dirección de los vientos.
Viajar en balsa no era broma o para tomarlo a la ligera. A la par de lo que pareciera ser solo una aventura, para muchos cotidiano, representaba la verdadera vivencia del poblador de la Amazonía, pues gracias a la balsa llegaban a los pueblos, no solo ribereños, los productos y los víveres que la moderna industrialización había impuesto dentro de un todavía incipiente proceso de globalización, antes que las modernas comunicaciones nos convirtieran en una aldea global.
Y estos viajes significaban un tremendo riesgo, porque en los malos pasos del Cayumba (Mariscal Cáceres), Mativuelo, Chumía, Vaquero y Yuracyacu (San Martín), la tragedia estuvo siempre presente o rondando y eran los riesgos que tenían que asumir desde que una balsa salía de Pinto Recodo, Cuñumbuqui, Tingo María, Juanjui, San José de Sisa, Shapaja y Chazuta.
Estos malos pasos tienen en su haber centenares de víctimas y desaparecidos. No hay poblador que no haya perdido un ser querido en estas travesías.
Para la travesía por el río Mayo, el pasado fin de semana, partieron desde la localidad de Cuñumbuqui, con destino a Shapaja, quince temerarios que son conocidos como los nuevos Balseros Ancestrales, entre ellos Herbert Hugo Arévalo Bartra, Jorge Luis Arévalo Bartra, Hugo Orlando Arévalo Garazatúa, Josué Villanueva García, Keneth Reategui del Águila, Rubén Darío Trigoso Paredes y Ringo Coral Vela.
A ellos se agregan Anderson Germán Díaz, José Revilla Vuelot, Domingo Faustino Hidalgo Marinho, Jorge Luis Arévalo Sandoval, Willian Gallegos Arévalo, César Villanueva Ruíz, Javier Tucto Amasifuén, Néder Hidalgo Sánchez y Obet Sánchez Alegría.
(FIN) NDP/JCB/TMC
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