Janet Marina Sánchez Guerrero es jefa de Prensa e Imagen Institucional del Inpe, servidora pública de carrera y comunicadora. Está convencida de que parte de la resocialización de los internos es mostrar sus logros al interior de los penales. Como afrodescendiente, valora sus orígenes y reconoce que aún hay racismo en el Perú.
Al comienzo tenía muchas interrogantes sobre cómo sería su trabajo con personas privadas de su libertad. Nunca se había relacionado con una. Janet creció en el distrito de Lince jugando en su barrio con los únicos límites que podían ponerle sus progenitores en ese entonces. Ese espíritu sin fronteras le ayudaría a comprender, años después, a los que por diversos motivos se ubican tras las rejas por incumplir la ley.
Trabaja como jefa de Prensa e Imagen Institucional del Instituto Nacional Penitenciario (Inpe) desde el 2006. Más de una década trabajando en esa institución, el último eslabón de la criminalidad, le ha servido para apreciar la vida de las mujeres y hombres encarcelados.
Ella recuerda su primera comisión de trabajo. Fue en el penal de
Lurigancho la mañana en la que se inauguró la clínica. La mirada fija e insistente de los internos le dio escalofríos. “Eran como látigos”, rememora. Ese año quiso renunciar.
Pero la vida le depararía otra experiencia: la separación de una madre ecuatoriana de su hijo de tres años en
Santa Mónica. La progenitora, desesperada, le rogó que buscara a su madre para que se lo llevara a su país. Janet cambió la historia del niño al contactarse con el embajador, quien hizo los trámites para que él se reuniera con su abuela.
“El abrazo de agradecimiento de aquella mujer fue invalorable, fue el abrazo de Dios”, dice y su voz se quiebra un poquito. Janet se quedó en el Inpe y desde entonces, cuenta, ayuda a mucha gente de manera anónima.
Contacto con la gente
Janet es responsable de un equipo de profesionales con los que labora casi doce horas diarias. A veces ingresa antes de las 8:00 de la mañana o sale después de las 17:00 horas, pues sus actividades se desarrollan en los diferentes penales.
“Tengo contacto directo con la gente para la cual trabajo. A veces estoy en el penal Castro Castro porque allí los internos tienen a su cargo una exitosa panadería, o voy al Sarita Colonia porque los chicos han formado su orquesta gracias al programa
Orquestando”.
Ella asegura que, gracias a la oficina de prensa, la cultura y el arte han ingresado a los centros penitenciarios. Antes el tratamiento era rígido, pero es testigo de la evolución de esa visión.
“El arte ayuda a resocializar, le permite a los internos e internas tomar conciencia de sí mismos, a curar sus heridas”.
Ser afrodescendiente
Desde niña, su padre le enseñó a sentir orgullo por sus rulos. Sus ancestros cañetanos los llevaron con mucha honra y había que seguir esa tradición. Para Janet, el reconocer que es afrodescendiente la motiva, pues es consciente de que forma parte de una hermandad.
“Me identifico con mis raíces afro. En los penales encuentro personas con las que comparto mi identidad. Me siento más cercana a ellas. Recientemente organizamos un homenaje a Rafael Santa Cruz y Nelson Mandela. En Castro Castro hay un grupo de cajoneros que se ha formado con la condición de estudiar. La discriminación verbal hacia el afro existe en los penales”.
Hoja de vida
Es Licenciada en Comunicación Social por la USMP (1991-1996).
Candidata a Magíster en Marketing y Negocios Internacionales - UNFV (2007–2009).
Se especializó en Comunicación para el Desarrollo - UNMSM (2011).
También en Gestión de la Comunicación Digital y Publicidad – USMP (2016).
Es diplomada en Políticas públicas e Interculturalidad (U. Ricardo Palma – Ministerio de Cultura).
Video: Con vocación: Más de una década comunicando en el Inpe
Publicado: 19/6/2019