Andina

Maestra que ganó Palmas Magisteriales: "alguna vez intentaron botarme por enseñar quechua"

Miriam Cabezas Flores, de Apurímac, señala que premio del Minedu la hizo sentir valorada por tanto esfuerzo

Desde el 2018 Miriam Cabezas Flores es directora de la escuela rural multigrado N° 55006-11, ubicada en la comunidad de Santiago Pata, en el distrito de Huancaray, Andahuaylas, Apurimac. ANDINA/ Miriam Cabezas Flores.

Desde el 2018 Miriam Cabezas Flores es directora de la escuela rural multigrado N° 55006-11, ubicada en la comunidad de Santiago Pata, en el distrito de Huancaray, Andahuaylas, Apurimac. ANDINA/ Miriam Cabezas Flores.

12:52 | Lima, oct. 24.

Miriam Felícita Cabezas Flores es una de las maestras más jóvenes que ha recibido las Palmas Magisteriales, y justo cuando celebraba el Día del Maestro le dieron la noticia. El reconocimiento del Minedu la compromete aún más con la niñez andina, la de las escuelas rurales multigrado de Huancaray, en Andahuaylas, Apurímac.



Cuando a Miriam le dieron la noticia de que había obtenido las Palmas Magisteriales, rompió en llanto. Estaba en la casa de su hermana, ubicada en el distrito de Talavera, provincia de Andahuaylas, en Apurímac, celebrando con sus colegas el Día del Maestro. Eran las 6:00 de la tarde.


Nada la hizo sospechar que la llamada que ingresaba a su teléfono le daría un vuelco a su corazón. Todos los recuerdos como profesora rural en los primeros años de docencia vinieron a su mente: sus largas caminatas en plena lluvia para llegar a la escuela que estaba a horas de distancia de su casa, las salidas de madrugada con su hijo enrollado en una mantita sobre sus espaldas, la vez que la quisieron botar de un colegio porque los padres de familia no querían que sus niños aprendieran en quechua, ¡tantos sacrificios!.

Sentí una emoción muy fuerte en mi pecho que rebasó mi corazón. Me sentí completa, valorada como docente. Quienes somos maestras rurales pasamos por muchas dificultades. A veces, cuando nos envían a una comunidad no tenemos adónde llegar, a diferencia del personal de salud que llega a una posta, y con agua caliente, inclusive. En nuestro caso nos acomodamos, y lo hacemos con mucho cariño porque nuestro sacrificio es por los niños”, comenta.



Miriam es profesora de primaria, se formó en el Instituto Superior Pedagógico José María Arguedas, entre 1995 y 2000, cuando era la única oferta de educación superior que había en la provincia de Andahuaylas, Apurímac. Ella es natural del distrito de Talavera, y cree que, gracias a su hermano mayor, un destacado profesor jubilado, eligió ser maestra.


Persistir con paciencia


Desde el 2018 es directora de la escuela rural multigrado N° 55006-11, ubicada en la comunidad de Santiago Pata, en el distrito de Huancaray. Una zona agrícola caracterizada por tener un clima templado, muy propicio para la siembra de maíz, quinua y kiwicha, de la que viven muchas familias.

La escuela queda a una hora y media del distrito de Talavera, donde ella vive con su familia. Algunos niños son quechuahablantes y otros no, debido a que olvidan su lengua por los frecuentes viajes que realizan sus padres a Lima para trabajar.


Aquí revitalizamos el quechua, lo hacemos a través de canciones y la lectura de cuentos. Estamos logrando recuperar su lengua materna y que sientan orgullo por su cultura”, comenta. Su voz sube de tono porque ella también siente lo mismo.

No ha sido sencillo para esta maestra de 44 años llegar a este momento de su carrera docente: dirigiendo un equipo de profesionales y recibiendo las Palmas Magisteriales 2022 en el grado de Maestro. Mejor, imposible.


Para empezar, ella estudió para ser profesora de primaria sin conocer la especialidad intercultural bilingüe. Aprendió sobre la marcha. Sus padres, a pesar de ser quechuahablantes, no le enseñaron su idioma, pero los había oído conversar en sus primeros años de vida, y eso la ayudó a comprender a sus alumnos de Huarataca, Tapaya y Flor de Yunca de Andahuaylas.


Vivir para enseñar


Diseñó metodologías para hacer lúdicas sus clases: jugó con ellos, respetó sus costumbres, y fue conociendo sus formas de vivir y su cotidianidad. Comprendió que cada uno tenía su proceso y habilidades y que se desenvolvían mejor en su idioma.

Mi mayor logro es haber convencido a los padres de familia y a la comunidad educativa sobre el valor de hablar en quechua, y que sus niños aprendan desde su cultura y lengua originaria”.

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(FIN) DOP/ SMS

Published: 10/24/2023