Por Karina Garay RojasTras viajar en bicicleta por África y Europa, Juanma Mérida, un viajero incansable originario de Alicante, España, se ha propuesto batir un récord en América del Sur: recorrerla durante 365 días de intenso pedaleo, mientras alienta a la gente a consumar sus metas “porque los sueños tienen fecha de caducidad” y si hay que cumplirlos “la fecha es ahora”.
Partió el 8 mayo del 2024 desde la ciudad de Pereira (
Colombia). Luego de manejar más de 10 meses por
Venezuela,
Brasil,
Paraguay, Uruguay,
Argentina,
Chile, se encuentra en Perú, para luego dirigirse a Ecuador y cerrar su hazaña en Colombia. Para ese momento habrá recorrido 30 mil kilómetros sobre dos ruedas.
"A pesar de lo que la gente piensa, nunca he sido un ciclista profesional", confiesa en entrevista telefónica con la Agencia Andina. Su historia comenzó con una inquietud por explorar culturas de una manera más auténtica y alejada de los viajes convencionales.

Para cada circuito internacional, el deportista emplea bicicletas distintas. En Europa empleó una más de rutera, porque el continente tiene muy buenas carreteras. En África fue de aluminio, que es más difícil que se rompa. En Sudamérica ha optado por una de carbono, más ligera y resistente a las rutas en montaña.
En el 2016, su primera gran travesía fue por la península ibérica, recorriendo España y Portugal durante mes y medio. Sin embargo, fue después de la pandemia de 2020 cuando decidió ampliar sus horizontes: en el 2022 se lanzó a recorrer Europa en bicicleta y cruzó 27 países en 100 días. Un año después comenzó su aventura africana, recorriendo 9 países en 150 días.
"Viajar en bicicleta me permite una libertad absoluta. Paso por pequeños pueblos, disfruto paisajes increíbles y tengo experiencias que no se logran de otra manera", asegura.

Juanma se comunica en español e inglés. Cuando llega a un país donde no los hablan, se aprende entre 20 o 25 palabras de su idioma para poder relacionarse mejor.
Viaje minimalista
Juanma, como se le conoce en
redes sociales, se considera un viajero minimalista.
“Llevo lo justo y necesario: una carpa, algunas herramientas para la bicicleta y ropa básica que lavo cada dos o tres días", explica. Este enfoque ligero le permite mantener un ritmo de viaje más ágil y eficiente.
A lo largo de sus trayectos ha aprendido a disfrutar de la soledad y a confiar en sí mismo. "Me he dado cuenta de que solo soy igual de válido que con alguien. Puedo estar cinco días sin hablar con nadie y estoy bien, centrado en el viaje. No es lo mismo estar solo en una celda que estar solo viajando porque cada día me pasan mil cosas", reflexiona.

Marruecos. Cuando terminó de recorrer Europa estuvo 4 meses en España y luego tomó un avión a Egipto y comenzó a pedalear por toda África.
Este aventurero de 36 años colecciona muchas anécdotas de sus dilatados viajes, donde sobra el drama y la emoción.
“En Tanzania pasé el momento más aterrador de mi vida. Iba a cruzar un parque nacional y preguntando a la gente local me dijeron que por la ruta había animales peligrosos, pero que no se habían dado casos de ataques a humanos. Decidí cruzar al mediodía. Eran 50 km, al mediodía, cuando más calor hace y los depredadores están durmiendo o descansando. Empecé a pedalear y vi muchos animales hasta que de repente un camionero me empezó a pitar mucho, advirtiéndome de un peligro y efectivamente a 200 metros me encontré a una leona cerca de la carretera, mirándome fijamente. En ese momento dije: Bueno, hasta aquí llegó el viaje. Me detuve, puse mi bicicleta en alto para intentar hacerme más grande, esperando a que algún camión viniera. Solo era cuestión de aguantar. Los brazos me temblaban porque si la leona hubiera decidido atacarme, no hubiera tenido ninguna opción de sobrevivir. Por suerte vino luego un camión, tocó el claxon cinco o seis veces y ella se asustó y se fue”.
Lo acompaña una buena estrella
Aunque sus días de viajero han estado marcados siempre por la buena estrella, reconoce que le han robaron alguna vez y en el lugar menos esperado: Europa, el primer continente que recorrió en bicicleta. En Macedonia paró para comer algo en el camino y, tras regresar del baño, alguien ya se había llevado su casco y lentes de viaje. Felizmente tuvo el tino de amarrar la bicicleta.
¿Y en
América del Sur?
“Aquí casi todas las anécdotas son buenas, no he tenido una experiencia mala, ni con animales ni con personas, solo con el clima, que está siendo exigente y duro. En sur de Chile conocí un viajero en bicicleta. Me dijo cuando vayas a Santiago, vienes a mi casa y te enseño la ciudad. Acepté, fui a su casa y resulta que el chico era piloto de avión y me hizo un tour sobrevolando por todo Santiago. Fue increíble”.
Chile. Sus viajes le han permitido conocer gente increíble, que comparten su pasión por el ciclismo o los viajes. Foto del hangar desde donde sobrevoló la ciudad de Santiago
Si algo caracteriza los recorridos de Juanma es la inmersión total en los lugares a los que llega, donde busca comer potajes locales, conversar con la gente de pueblitos y rendirse a los increíbles paisajes que regala la ruta. Esta es una de las razones por las que maneja solo de día.
“Siempre encuentras gente dispuesta a ayudar, sobre todo un viajero en bicicleta que va solo. En televisión siempre salen más malas noticias, pero el mundo tiene muchas más cosas buenas que malas. Obviamente, te puede pasar algo, pero no podemos viajar pensando en que te va a pasar algo, porque así no viajaríamos nunca. Es cuestión de tener confianza, instinto y saber dónde ir, dónde no”.
Pedalear con lagrimillas
Conoce tantísimos lugares, pero ha llorado solo en algunos. “Iba pedaleado por la carretera y a la derecha veía centenas de cebras corriendo, a la izquierda veía tres o cuatro jirafas, al fondo veía tres o cuatro elefantes, cada 200 km veía un montón de impalas correteando por ahí. Cada 5 km me estaban cayendo lágrimas porque era tan bonita la puesta de sol, un sol gigante poniéndose con el fondo de la sabana africana”.
Viajar en bicicleta puede ser durísimo, confiesa, pero te regala cosas increíbles,
“como las estrellas por la noche en la Patagonia, las cataratas gigantes que encuentro en la ruta, los ríos de agua turquesa. Aquí, en Perú, me cayó la lagrimita cuando llegué a la montaña arcoíris y cuando estuve Machu Picchu. Son cosas que hay que estar para para vivirlas y sentirlas, es invaluable”, relata emocionado.

Cusco, Perú. Relata que cuando llegó hasta la montaña de los Siete Colores se emocionó hasta las lágrimas. Ahora, cuenta las horas para empezar a recorrer Lima y dejarse seducir por la gastronomía de fama mundial.
Desde que se lanzó a pedalear por diversos continentes, Juanma no se ha enfermado en la ruta. Pese a las múltiples “no bebas agua, ni comas ciertas cosas en determinados lugares”, se ha entregado a descubrir el mundo tal y como es. Y le ha resultado bien.
"Creo que el 99% de la gente es buena"
“Intento no dejarme guiar por lo que dicen, sino vivir mi propia experiencia. Después de tantos países recorridos creo que el 99% de la gente es buena, es agradable y te va a ayudar. A mí, en la carretera, me han dado plátanos, una botella de agua, gaseosas. La gente creo que instintivamente es buena, pero por la sociedad, o la situación personal de cada uno, hay mucha frustración en la vida y algunos se dedican a hacer cosas irrespetuosas. En África me ha pasado que gente con muy pocos recursos, me han dado comida, me han dado agua y eso pasa en cualquier país del mundo”.
Brasil. Cuando no está viajando, Juanma Mérida es profesor de educación física. Trabaja en la organización de actividades en la naturaleza. Muchos de sus alumnos y alumnas quieres seguir sus pasos en la bicicleta para conocer el mundo sin intermediarios.
“Me estoy guardando para Lima”
Juanma nunca parece estar quieto. Cuando logramos conversar con él se encontraba en territorio peruano, específicamente en Huancayo. “Todavía no he comido ceviche porque me estoy reservando hasta llegar a la costa. La comida de Perú es espectacular: el chicharrón, el cuy qué probé en Cusco, comida muy variada, muy rica y bastante económica; sobre todo en los mercaditos, en los pueblitos pequeños”.
Refiere que mucha gente le está escribiendo a través de internet, ofreciéndole alojamiento gratuito en un hotel de
Lima, ciudad en la que estará esta semana.
“Un grupo de ciclistas me invitó a comer en algún lugar. Tengo muchas ganas de llegar allá”. Comenta que se dará un tiempo para visitar también algunos museos de la capital, como lo ha hecho en otras ciudades. Solo en Latinoamérica ha estado en 40 museos.
Con miles de kilómetros recorridos y una experiencia de vida intensa, se permite dar ciertos consejos sobre la finitud de la vida y el tiempo que realmente tenemos en este plano. Para los que desean viajar, aclara que solo se requiere un mínimo de preparación y dar el primer paso, ya que “el cuerpo y la mente se van adaptando al viaje. El camino te pone en tu lugar”.
Su recorrido por parajes increíbles, donde muchas veces era la única persona en cientos de kilómetros a la redonda, lo ha hecho repensar sobre muchas cosas: "Me he dado cuenta de que no somos tan especiales. El ser humano es ciertamente egocéntrico y pensamos que nuestra forma de vivir es la mejor, pero cuando estás en plena naturaleza, y ves que todo funciona perfectamente, te das cuenta de lo pequeño que eres; de que eres un granito de arena en un desierto, que no somos nada. Nos creemos importantes, pero somos pequeñitos; una mota de polvo en el mundo”.

El ciclista comparte constantemente fotos de los increíbles sitios que descubre en su ruta. Siempre con una reflexión que busca despertar sueños dormidos.
Los viajes, afirma, lo han ido moldeando y lo han empujado a abrir la mente, a no dar las cosas por hechas, ni a sentirse invencible. Le han enseñado la importancia de adaptarse para poder avanzar: "hace frío, hace frío; hace calor, hace calor; estoy solo, estoy solo; estoy con gente, estoy con gente. Me adapto a todo al viaje”.
Hay una frase que repite a quienes conoce: "Los sueños caducan. El sueño que tienes hoy no será igual dentro de 5 años, tal vez ya no lo tienes o tienes otro diferente. Los sueños tienen una fecha caducidad. No hay un año que viene, hay una aquí y una ahora. Tú quieres hacer algo, hazlo ya”.
Reflexiona que la vida pasa muy rápido y nunca tendremos el momento perfecto para salir. “Yo cuando inicié este viaje tenía cosas pendientes, estaba conociendo una persona, pero tenía claro que quería hacer esto. Entonces, hice mis sacrificios personales para poder estar aquí”. Dar el primer paso siempre es difícil, acepta, pero ya luego todo va ocurriendo.

En el segundo mes de viaje por América del Sur, pedaleando por Brasil, su familia lo llamó para decirle que su papá había falleció. Estuvo a punto de abandonar el viaje y volver a casa. Su familia lo alentó a continuar.
A los que sueñan con viajar por el mundo, les empuja a hacerlo en bicicleta, caballo, moto, auto o a pie. “Si tu sueño es viajar no importa el cómo. He conocido gente que ha hecho una parte en moto, otra parte en bici, otra parte andando. Creo que también hay que probar, para saber que más te gusta, porque tú no naces sabiendo lo que quieres. Sabes lo que quieres conforme vas teniendo experiencias”, indica.
Bélgica. Juanma Documenta su viaje en aplicativos como Streva, que permite hacer un seguimiento con GPS . Su experiencia en la bicicleta le permite recorrer hasta 160 kilómetros por día
De acuerdo con lo previsto, Juanma Mérida ya se encuentra en Lima, para luego seguir su camino hacia el norte y coronar, en unas semanas, el ansiado circuito de Sudamérica, que tendrá un sabor especial. Si llega a Colombia antes del 8 de mayo logrará su primer récord mundial y confirmará, una vez más, que los sueños solo se cumplen si uno los empieza y no desiste hasta la meta.
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(FIN) KGR/RRC
JRA
Published: 3/25/2025