Andina

Videorreportaje: el ancestral Ayni en Huancayo... ¡Matrimonio con dólares!

Foto: ANDINA/Carlos Lezama.

09:54 | Lima, set. 23.

Por Carlos Lezama Villantoy

Sábado 3 de setiembre. Los alrededores de la parroquia San José de Pichcus, en San Carlos, describen un acontecimiento habitual en Huancayo, pero único para dos familias tradicionales del lugar: hay boda, y el movimiento se torna distinto al de cualquier otro día en la mañana, pero está justificado, pues, Edison se casa con la bella Yolis.

Ellos son descendientes huancas y han heredado las costumbres de la religión, en especial esta que implica unir sus vidas para siempre, con la bendición de Dios. La fiesta promete.

Se afinan violines en el interior de la capilla, suenan agudos como las risas nerviosas que marcan cada momento y van dejando todo listo para la ceremonia. El Sol con gran brillo ha llegado también como invitado de honor y extiende sus luces como si se tratara de un arreglo sofisticado, donado por algunas de las familias presentes: comerciantes prósperos, agricultores de tradición, empresarios con algún máster que son el orgullo de sus padres. El mismo novio, Edison, viene de Estados Unidos, reside allá pero no olvida sus raíces, sus aires del Mantaro, ese valle serrano que es tan próspero como sus hijos desperdigados por todo el mundo. 

Hay promesa de huaylarsh, esa danza festiva y vigorosa que en las fiestas de la zona suena desde siempre y se baila arrancándole astillas al piso, sin misericordia. Ni siquiera el Golden Room, con sus pisos venecianos y sus alfombras de ocasión, estuvieron a salvo; literalmente, el centro de convenciones vibró bajo el zapateo y el furor de la felicidad.

Los padres y los padrinos, los amigos y la familia cercana a la pareja fueron testigos de ese pacto de amor. Y ese pacto se conmemoró como Dios manda en tierra huanca: 500 cajas de cerveza, alineadas verticalmente, desafiando a la física, fueron dando forma al desborde y al ritual de los regalos, que es la forma en que los invitados de la pareja premian y “los ayudan para que tengan éxito en su vida matrimonial”.

Acá el concepto del Ayni afloró en versión moderna. El dinero que se obsequió en sobre cerrado y secreto, y a veces de forma manifiesta, revelando su contenido, fue como la puesta de hombro necesaria para edificar no una vivienda, sino el futuro de los contrayentes. 

El grupo que celebra a una familia o dos es habitual en el mundo andino. La parafernalia del homenaje, la correspondencia tácita que verá otra pareja de la comunidad en otro momento; el hoy por ti, mañana por mí, que es tan antiguo, tan peruano y tan huancaíno. "¡Salud!, compadre, salud por el Edison y la Yolis, que sean felices".

La comida, las danzas y la música nunca cesaron en la celebración, que fue la recreación de la palpa, con la ofrenda de los padrinos: Grover y María. Estos arrancaron aplausos y lágrimas. Luego, los padres de la pareja: Edson y Carmen, Luis y Andrea, cuyos presentes arrancaron risas y miradas de todo calibre. Sorpresa general. 

Al ritmo de la música de las orquestas contratadas, con ese estribillo que produce la admiración colectiva por la dimensión de los regalos (auto, terreno, electrodomésticos, juegos de sala, de comedor, dólares, euros y más), la fiesta continuó hasta el amanecer, hasta que Edison y Yolis desaparecieron, hasta que la pareja enrumbó a la luna de miel –dicen que en el Mediterráneo– y hasta que el último de sus amigos, desafiando a la gravedad, ensayó un último paso de la frenética danza huanca.


(FIN) CLV
GRM

Video: Ayni en Huancayo: matrimonio con dólares
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Publicado: 23/9/2016