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Jefferson Farfán y el día que le dedicó la clasificación al Mundial a Paolo Guerrero

Jefferson Farfán. Foto: ANDINA/Carlos Lezama.

11:05 | Lima, jul. 8.

El reciente pedido de Jefferson Farfán a Paolo Guerrero para que culmine su exitosa carrera deportiva en Alianza Lima, ha traído al recuerdo de los hinchas peruanos la amistad entre ambos futbolistas que perdura desde los tiempos infantiles en el club blanquiazul.



A los 39 años, Paolo Guerrero evalúa su futuro tras desvincularse del Racing de Argentina, y la prensa deportiva especula sobre su próximo destino, tal vez el último de su carrera que lo llevó a militar en el Bayern Múnich y Hamburgo de Alemania, Corinthians, Flamengo, Inter y Avai de Brasil.

Precisamente el 2017, Farfán demostró la gran amistad que tiene con Paolo Guerrero cuando le dedicó el gol que marcó en la clasificación de la selección peruana al Mundial de Rusia 2018. El Depredador no pudo jugar el partido clave contra Nueva Zelanda, debido a la suspensión por doping que le aplicó la FIFA tras un partido jugado ante Argentina por las clasificatorias mundialistas de ese año.

Aquí la crónica de ese emotiva homenaje de Jefferson Farfán a su hermano Paolo Guerrero tras la clasificación al Mundial Rusia 2018.


17 de noviembre del 2017


"Tras el pitazo final del árbitro francés Clément Turpin, y mientras todo el Perú celebra con una euforia y felicidad nunca antes vistas, Jefferson Farfán se arrodilla en el gramado del Estadio Nacional, agradece a Dios, se tapa el rostro y cae lentamente, mientras se echa a llorar como ese niño que fue, ese niño que corría junto a sus amigos en las polvorientas canchas de Villa El Salvador, ese niño que compartió sueños con su hermano de vida: Paolo Guerrero.

El atleta veloz, de formidable condición física, el hombre que había vuelto a nacer con la blanquirroja, se derrumbó de pura emoción. El Mundial había dejado de ser esa ilusión que se venía apagando sin misericordia cada cuatro años. Y Farfán, sabía que con Nueva Zelanda era ahora o  nunca, era la última bala que le quedaba para llevar a Perú a Rusia.

Y justo a esa edad (33 años), que para los católicos es tan especial, Jefferson logró su eterna redención y gloria con un golazo que estremeció e hizo estallar de júbilo no solo a una Nación, sino a toda América. Tras ese misil histórico ya le había dedicado el tanto a su hermano Paolo Guerrero. Un gesto que marcará a muchas generaciones, fundamentalmente a quienes han visto por primera vez la clasificación de Perú para un mundial. Nadie olvidará esa camiseta 9 de Paolo Guerrero. 

Varias manos de sus compañeros se extendieron para recoger a Jefferson del gramado, pero el hombre no se podía poner de pie, simplemente no dejaba de llorar. El experimentado Farfán no podía contener el llanto. No podía más. Mientras tanto, el Estadio Nacional retumbaba de emoción y la esperada fiesta se empezaba a desatar en todo el Perú.

"Su mirada era la de un niño que se tapaba el rostro por momentos para que no pudieran verlo", nos contó Carlos Lezama, reportero gráfico de la Agencia Andina, presente en el momento más íntimo y sublime de Farfán. "Te queremos...", le alcanzó a decir a corta distancia. Su voz fue la voz de todo un país que volvió a amar a Jeffry, como al hijo pródigo que nunca olvidó su primer hogar.

Jefferson ya había llorado ante todo el Perú cuando Uruguay nos eliminó en ese mismo estadio para el Mundial de Brasil 2014. Esa noche era su revancha, su gran revancha a la vida, a los duros momentos que vivió cuando la mayoría lo creyó un futbolista casi retirado o decía que nunca fue el héroe que la vida le había destinado ser.
  

"Por Paolo, por Paolo, por mi hermano Paolo"


Y Jefferson no paraba de llorar. "Por Paolo, por Paolo, por mi hermano Paolo", decía Jefferson Farfán recordando al hermano caído, al hombre que  nos había llevado al repechaje y a quien le prometió por teléfono clasificar para el Mundial de Rusia 2018.


Jefferson Farfán pensaba en el hermano ausente en el momento de gloria. Imaginaba a Paolo sufriendo por no estar en el partido final de Perú, le dolía en el alma no estar juntos como cuando jugaban en los juveniles de Alianza Lima y eran la pesadilla de todas las defensas. Habían sufrido juntos en la odiada época en que la selección solo era lamento y frustración.

Jefferson Farfán, finalmente, se levantó y caminó. Miraba al cielo, al estadio y se dio cuenta de que sí, de que no era más un sueño. Había logrado la clasificación y se lo había dedicado a su hermano Paolo, lo había hecho por su hermano "chupa dedo", como le decía cuando solamente eran unos niños inquietos.

Y mientras Jefferson Farfán por fin extendía los brazos al cielo en señal de gozo y liberaba su alma, en el Estadio Nacional se seguía escuchando el cántico: "Cómo no te voy a querer..., cómo no te voy a querer". ¡Cómo no los vamos a querer, Jefferson y Paolo!".




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(FIN) RESGRM
Publicado: 8/7/2023