Andina

Aplican técnicas ancestrales para recuperar agua y generar bienestar a población

Foto: ANDINA/Nathalie Sayago

Foto: ANDINA/Nathalie Sayago

19:36 | Lima, mar. 23.

Por José Vadillo, enviado especial

Dos grados bajo cero; 4,000 metros sobre el nivel del mar; faldas del apu Sayhuapata. Allá abajo, tras la cortina de neblina, está San Pedro de Casta, desde donde se sube por otro lado hacia Marcahuasi, lugar de rocas sagradas, y donde se dice hay avistamiento de ovnis.

Con los pies descalzos, los hombres se meten a la amuna o el canal amunero, un viaducto por donde en esta época del año corre el agua, fría, cristalina, captada desde las alturas en los bofedales. 

En trabajo comunal, recomponen con barro y piedras los muros de la amuna, que debe tener de 40 hasta 60 centímetros de alto. Y lo hacen cantando hualinas, un género musical melancólico cuya temática está relacionada con el agua: su abundancia o falta, que se canta cada primera semana de octubre, cuando los campesinos limpian su sistema del agua y celebran en San Pedro de Casta.



“Si queremos tener más agua, debemos ver el mantenimiento anual”, explica Gregorio Ríos, promotor de la cultura del agua que los comuneros escuchan con respeto. Antes, las amunas estaban descuidadas, ya no hay humedales –aquí tampoco permiten la minería–; ahora la comunidad trabaja en su recuperación porque saben que sembrar el agua en las alturas es vital para el desarrollo de la agricultura de San Pedro. 

Recuerda don Gregorio: “Todos los pueblos tienen lagunas, y hay posibilidades de recuperarlas. Cuánta agua se pierde en el invierno, todo se va a Lima, al mar, pero tenemos infraestructura que alimentar, para que cuando pase la lluvia tengamos dónde guardarla”.   



Los campesinos de San Pedro de Casta conocen bien el cambio climático: el nivel de las aguas ha bajado tanto que no sirve para sembrar porque solo pueden regar cada 30 días. Así, no puede pensar más allá de la agricultura del autoconsumo. 

Ahora que han vuelto a cuidar las amunas, con las técnicas de los incas, juntarán el agua en una laguna, y podrán subir y regar cada 10 días. El agua baja a Lima, la ciudad que no sabe que estos hombres son guardianes del agua que beben. Y lo hacen de manera voluntaria. 

“Ellos proveen servicios hídricos no solo para las personas más cercanas, sino que son conscientes de que las faenas que realizan generan beneficios al limeño que vive en la costa, donde muchos no valoran las labores de las comunidades andinas”, comenta Cristina Portocarrero Lau, líder del componente de implementación del Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina (Condesan). 



Esta entidad, junto a instituciones del Estado, desarrollan el Proyecto del Desarrollo de la Infraestructura Natural (IN), que se propone proteger los bofedales implementando buenas prácticas para la conservación del recurso hídrico mediante la revaloración de las prácticas ancestrales.

IN y retribución 

Hace menos de un año que el Perú, por medio del Ministerio del Ambiente y otros actores, empezó a implementar las IN como concepto para sembrar el agua en las alturas. Es una alternativa frente a las “infraestructuras grises” (de cemento). Ahora queda en mano de los decisores qué opción toman: propuestas verdes o grises.

En cuanto a la retribución a las comunidades, Portocarrero dice que la Ley N° 30215, Ley de Mecanismos de Retribución por Servicios Ecosistémicos, del 2014, que ya fue reglamentada, pone al Perú “entre los pocos países de América Latina que tiene reglamentada y obligada esa inversión en el sector saneamiento.”

Desde el 2015, en la capital, los usuarios de Sedapal desconocemos que pagamos un monto de la tarifa por estos servicios. Portocarrero dice que hay alrededor de 60 millones de soles que tiene Sedapal en sus cuentas, destinadas a la conservación, pero hasta hoy no se han traducido en proyectos. En ese sentido, la cooperación Perú-Canadá busca que Sedapal mejore sus capacidades y se concreten esos proyectos, que si bien están identificados, requieren mejorar la gestión empresarial (para la especialista, los continuos cambios de timón en Sedapal y el sector Vivienda han afectado esta labor). 

Apoyar la recuperación de las amunas con IN en pueblos como San Pedro de Casta sería una buena inversión. “Hay inversiones en pequeños proyectos, que pueden cubrirse con dos millones de soles para cinco años, lo que permitiría a las comunidades hacer sus labores y ampliar sus metas; trabajar un sistema de vigilancia comunal para medir el caudal. 

Los esfuerzos que se hagan deben traducirse en una “ganancia hídrica para todos”, los de arriba y los de abajo de una cuenca. Por ello es indispensable, opina Portocarrero, que todos los proyectos que implemente Sedapal cuenten con un monitoreo hidrológico para tener la información que pueda trasladarse a otro decisor, como el sector energético, que le permita elaborar una política pública efectiva de ese sector sobre la conservación de las nacientes del recurso hídrico. 

Eloy Tomas Rojas, presidente de la comunidad de San Pedro de Casta, dice que todo es autosostenido: ni la municipalidad ni el gobierno regional los apoyan en la labor del cuidado de las amunas de agua con técnicas tradicionales. Hay mucho por hacer.

La tarea pendiente

Existen en el país 50 Empresas Prestadoras de Servicios de Saneamiento (EPS), 34 de ellas ya tienen aprobados el ajuste en la tarifa para contar con un fondo destinado a la recuperación de sus fuentes de agua. 

Solo seis EPS ejecutan proyectos de este tipo. Portocarrero dice que conservar las nacientes es una función nueva para las EPS y Sedapal. Por ello, se espera que Sunass haga un acompañamiento a las EPS ahora que cuentan con oficinas descentralizadas. 

“El sector saneamiento se ha comprometido; está lento, pero tenemos un marco normativo”, opina.

(FIN) JVV

JRA


Publicado: 23/3/2019