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Aniversario de Lima: un recorrido por sus cuadras y jirones de antaño

El primer trazo urbanístico dividió la capital del Perú en 117 manzanas

ANDINA/archivo

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10:26 | Lima, ene. 17.

Por José Vadillo Vila

La capital festejará mañana 485 años de fundación. Hasta el siglo XIX, cada cuadra tenía un nombre distinto. La modernización del Centro Histórico implicó la creación de jirones con números pares e impares; y los pintorescos nombres coloniales solo quedaron para el recuerdo.

O era asunto de vesánicos o los limeños se alimentaban con suculentos caldos de cabeza de bonito para tener una memoria con la potencia de un GPS de última generación que les permitía capear la selva de cemento. Porque antes de la era republicana, Lima era un batiburrillo de nombres de arterias coloniales.


La primera cuadra del jirón Caylloma, por ejemplo, supeditaba las tristezas, era la calle Afligidos; a la cuarta, culturosa, se le conocía como Puerta Falsa de la Comedia, en honor al espacio escénico que hasta hoy ocupa el teatro Segura.

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A la segunda del jirón Ica se le conocía como Comedia Vieja, y a la sexta, Orejuelas. Nombres curiosos, la duodécima de Junín se llamaba Mascarón del Prado. La segunda de Puno se llamaba Pregonería Vieja y la tercera, Azaña. 

Más curioso aún Tacna: si la segunda cuadra era Mantequería, la siguiente era Comesebo, la cuarta –siempre tan religiosa– Pileta de las Nazarenas y la quinta se conocía secamente como Huevo.
 
Cuadra y placa

La “cuadra” limeña, en realidad, era “cualquier longitud de una calle”, precisó Juan de Arona. Y la cuadra uno de Huallaga, ayer y hoy, partía del Portal de Botoneros, a tiro de piedra de Palacio; a la segunda todavía le sobrevive la fama de Judíos, y a la sétima, Lechugal.

Muchas arterias del Centro Histórico conservan en una placa sus originarios nombres. 

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El investigador Juan Bromley (1894-1968), en su libro Las viejas calles de Lima, realizó un examen analítico y clasificó las 357 arterias limeñas. Las dividió en 27 grupos. Unas por nombres propios (85 calles); otras 61 debían sus nombres a establecimientos y motivos religiosos.


La clasificación incluía nombres por calidad de vecinos (aquí están Barraganes, Pobres y Malambo); por apodos (Matasiete, Pilitracas, Siete jeringas); oficios (Alguaciles, Alfareros, Petateros, Manteras, Preboste, Tintoreros); por locales comerciales; motivos topográficos; características de su edificación y así. Solo cinco  cuadras quedaban sin clasificación: Monopinta, Trapitos, Penitencia, Yaparió y Quemado. 

Juan Bromley no solo clasifica, sino que también explica en pocos párrafos el origen de cada calle.

Sandro Cobarrubias, jefe de la biblioteca y del archivo histórico municipal de Lima, explica que las placas, hoy restauradas, recuperadas de las capas de pintura, son de dos contextos distintos:

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Las placas amarillas, en las que solo figura el nombre, fueron inauguradas entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. Otro conjunto de placas, auspiciadas por la empresa Barrington, se colocaron en los frontispicios allá por los ochenta. Lo interesante de estas últimas es que contienen, además del nombre colonial, una pequeña historia para gusto del amante de los detalles.
 
117 manzanas

Cuando en 1535 Nicolás de Ribera El Viejo asumió el cargo de primer alcalde ordinario de la capital, el plano trazado por Francisco Pizarro incluía 117 manzanas sobre un área de 214 hectáreas de Taulichusco.

Cien años después, la ciudad se amuralló (1685); y, según los cálculos del siempre ácido Manuel A. Fuentes, El Murciélago, la parte amurallada de la ciudad tenía un área de poco más de ocho millones de “varas cuadradas”; y la no amurallada, cinco millones. Es decir, ya la ciudad informal era casi del tamaño de la ciudad oficial.

1862, año clave

Si buscamos un año importante para la capital peruana, este fue 1862, cuando, finalmente, el 8 de octubre de ese año los regidores aprobaron en acta de sesión cambiar las nomenclaturas de las calles.

Ya en 1857, el polígrafo Fuentes había presentado un proyecto a la comuna limeña para dejar atrás el arcaico sistema de letras y de nombres por cuadra (registrados desde 1613, época del marqués de Montesclaros), por uno moderno, de jirones, con números pares para una acera e impares para la otra. Un proyecto similar fue presentado cuatro años después por otro “renovador”, Mariano Bolognesi.

Jirón división

¿Y desde cuándo las calles de Lima tienen nombres de departamentos y provincias del Perú profundo? Esto sucedió en 1866, cuando quedaron definidos los 87 jirones más los dos “jirones ejes”: De la Unión y Trujillo, que dividen hasta hoy la urbe como las aguas del mar Rojo.


Fue ese año cuando a la izquierda, “mirando al río”, como detalló Juan Bromley, se bautizaron 11 calles, entre ellas Callao, Ica, Quilca, Moquegua y Huancavelica; y a la diestra otras 31, como Ucayali, Puno, Áncash, Amazonas y Tipuani. Y a “las calles perpendiculares” se les dieron nombres de provincias, como Camaná, Cañete, Chancay, 28 de Julio, Lampa, Azángaro.

También fue en ese año que las calles del entonces “barrio de Abajo el Puente”, el Rímac, tomaron los nombres que dos siglos después continúan en usanza. Allá, su parteaguas fue la calle Trujillo, apéndice del jirón de la Unión, dividiendo a la izquierda las calles Ayabaca, Catacaos, Chalaco, Paita, y a la derecha Chiclayo, Atahualpa, Pataz, Manco Cápac. 

La materia de Bromley

Juan Bromley, el erudito de la limeñidad, terminó de escribir su libro Las viejas calles de Lima (publicado el año pasado por la Municipalidad de Lima) en 1962. Sin embargo, para ese año el uso de los nombres coloniales de las calles continuaba vivito y coleando, como en la época de las tapadas.

Si bien hay trabajos parecidos a Las viejas calles…, como el de José Gálvez (Calles de Lima y meses del año, de 1943), el del propio Manuel A. Fuentes (Estadística de Lima), y el de Luis Antonio Eguiguren, Sandro Cobarrubias, explica que el libro de Bromley es “el más completo” de todos, ya que el autor, que era funcionario de la comuna capitalina, realizó un trabajo paleográfico basándose en los libros de los Cabildos de la Municipalidad. Logró, así, abarcar la totalidad de calles de la ciudad y cuenta con la mayor cantidad de datos.

Insistimos en que una cuadra, por lo menos, debería de llevar su nombre porque Bromley (además de dirigente del Alianza Lima y el Muni), en las 452 páginas de su libro ofrece data vital sobre nuestra megápolis.

Por ejemplo, que la primera fuente de la Plaza Mayor se inauguró en 1578 o que la escultura ecuestre de Simón Bolívar en la plaza de la Inquisición se trabajó en 1857 en la fundición de Munich. Y esta fue, por varios años, el único monumento de la ciudad.

Más que de edificios públicos, la ciudad colonial sobre la que se desarrolla la Lima del XXI, más que edificios públicos o de instrucción, lo que tenía en abundancia eran 51 iglesias, más conventos, parroquias, viceparroquias, monasterios, beaterios, santuarios y capillas, con la iglesia Catedral a la cabeza (fundada en 1545). Solo tenía tres mercados (Del Baratillo, Plaza de Mercado y Matadero), y una triada de cuarteles. Existían el terminal del Ferrocarril, en la plazuela de San Juan de Dios, y los Baños de la Piedra Liza, adonde acudían los limeños.
 
Agua y alumbrado

Respecto al agua, Bromley recuerda al virrey conde de Nieva. Se trató del primero en preocuparse en traer agua limpia, mediante cañerías; el líquido elemento empezó a ofrecerse a los ciudadanos a través de la pila de la Plaza Mayor , desde diciembre de 1578. Hacia 1861, la ciudad contaba con 165 pilas –todas alimentadas con cañerías de fierro–, y 196 acequias (todas desaparecieron en 1901). 

Las calles del Centro Histórico de Lima dejaron sus noches a vela el 7 de mayo de 1855 cuando se inauguró el alumbrado a gas. Seis años más tarde había más de 2,000 lámparas alumbrando calles, edificios públicos y casas particulares. Bromley también da data del inicio del sistema de pavimentación capitalino (1847). 

Una década más tarde, ya teníamos en la capital 599 carruajes. Y en el siglo XXI tenemos 36,000 combis y 220,000 taxis. La vida continúa, y de paso el tráfico. ¡Bajan en la esquina! 

Plaza Mayor de Lima. Para el siglo XIX, el Centro de Lima tenía 3 plazas (la Mayor, la de la Inquisición y la de Santa Ana) y 40 plazuelas, cercanas o adyacentes a los templos católicos.

Datos

El término limeño de “cuadra” fue definido por Juan de Arona en su Diccionario de Peruanismos.
 
En marzo se lanzará un concurso público para seleccionar dos trabajos sobre la historia de Lima, que serán publicados por la MuniLima.

El primer trazo urbanístico dividió Lima en 117 manzanas. A su vez, cada manzana se dividía en 4 solares. Lima de cuadras y jirones.

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(FIN) JVV/LIT


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Publicado: 17/1/2020