Con 23 años de carrera, nadie dudaría de que Abel Pintos, voz y sentimiento del folclor argentino y del pop en nuestro idioma, nació sobre un escenario. Siendo niño decidió que cantar era lo que quería para su vida. Hoy llena un estadio en un dos por tres. La era digital le regala millones de reproducciones apenas lanza un nuevo tema.
Conversamos con Abel Pintos a su paso por Lima y nos deja la sensación de ser un artista que transita por otra pista. También nos presenta su nuevo disco La familia festeja fuerte, que resume sus dos apoteósicos conciertos en el River Plate, con temas le hablan a la vida misma y a a esencia que resume su vida.
–El recibimiento fue mucho más intenso de lo que yo imaginaba. Sabía que aquí se escuchaban canciones mías, pero no tomaba dimensión. Las personas que entraron en contacto conmigo no solo me conocen más de lo que pensaba, sino también las que me conocen están al tanto de mis 23 años en la música. Me alegra mucho haber tomado la decisión de venir, a conversar y entrar en un contacto cercano. No me interesan solo las dos horas de concierto.
–¿Te iniciaste muy pequeño fajándote solo?
–No fue duro para mí. Puede sonar que siendo un niño buscando espacios y herramientas sea difícil. No recuerdo aquellos años pesados. Era un niño muy enérgico y tuve un sentido de la responsabilidad muy marcado y nato. Para mí era muy orgánico generar proyectos y desarrollarlos. Cuando se trató de lo que quería hacer toda mi vida fue simple para mí. Lo primero que hice fue ir a hablar con la directora; le dije que cuando había un acto escolar, el salón sufría, y le pedí que me dejara representar a mi curso. Me dijo que sí y ahí ya me había asegurado cinco fechas al año.
–¿Eres hijo de lo analógico y lo digital, cómo te manejaste?
–Quienes son parte de mi generación somos hijos de un momento muy armónico, de lo análogo y lo digital por igual. Tenemos al menos el placer de saber valorar un libro de papel o apreciar un disco de vinilo y un compacto, y poder experimentar las diferencias y el carácter del sonido. Eso me parece una ventaja, al menos desde lo creativo. Ahora hay más ventanas abiertas, pero no creo que eso facilite las cosas. Facilitará la llegada, pero no garantiza la conexión. Es simple y complejo a la vez porque nos encontramos y desencontramos en ideas y conexiones en todo el proceso. Eso no lo logran ni las redes ni las ventanas. Lo logra el trabajo. Sentarme delante de ti y cantarte y contarte. Para que conectes con el sentido del por qué y para qué.
–¿Lo último que presentas es tu disco La familia festeja fuerte, que refleja algo potente y tiene un sencillo que alcanzó dos millones de reproducciones?
–Lo elegimos porque es un tema que abrió los conciertos de River Plate el año pasado. La intención era compartir con todos lo que se vivió esa noche. Y trata del proceso de duelo que yo empecé a recorrer. El duelo no es levantar la alfombra y patear debajo lo que nos duele para reprimirlo. Al contrario, hay que mirarlo a la cara, abrazarlo y aprender a convivir con ese dolor.
–¿El disco viene fuerte?
–Ese disco no viene solo a mostrar mis canciones, sino a ofrecer una oda al tipo de relación que yo quiero proponer a todo el mundo. Verás a un artista y público hablando de lo mismo, y cada uno está ahí, disfrutando de lo que nos gusta, respetándonos, acompañándonos, conteniéndonos.
–¿Estos tiempos nuevos han cambiado para mal?
–Me gusta la dinámica de la vida, todos cambiamos todo el tiempo. No me cuesta dar una idea y escuchar una contrapropuesta y cambiar mi idea. No soy un tipo cerrado. No sé si es lo mejor, es lo que elijo cada día. Pero, luego, si otros necesitan otra cosa, me parece bien. Al final cada quien tiene un camino y la forma de transitarlo. Y no importa cuál sea tu camino o velocidad o tu orden de caminarlo. Yo puedo estar ahí para ayudarte y, si no lo necesitas, puedo estar acá para no meterme.
Más en Andina
(FIN) CFS/CFS
Video: Abel Pintos: la música nos une y hace bien
Publicado: 25/6/2018